Relatos Sonoros: Puncheur, el Bansky del pavé

En esta nueva entrega de Relatos Sonoros hablamos del colectivo Puncheur, que desde el año 2017 ha pintado a más de 50 estrellas y leyendas ciclistas contemporáneas en las rutas clásicas de primavera de Bélgica y el norte de Francia. En este nuevo capítulo de la serie recuperamos íntegramente el artículo titulado 'Puncheur, el Bansky del pavé' y publicado en el número 32 de la revista dedicado a las Clásicas.

Puncheur, el Bansky del pavé

Durante más de una década, se fue gestando la transformación a fuego lento. Cuando Thomas Daem terminó la universidad, se dedicó al diseño gráfico y en casa, en sus ratos libres, en casa confeccionaba plantillas inspirado por personajes como Blek le Rat y Shepherd Fairy. Simplemente necesitaba una chispa para que la mecha prendiera y sus plantillas salieran a la calle. Su héroe, Tom Boonen, en busca de un quinto título de la París-Roubaix en 2017, en su temporada de despedida, fue el gran culpable. Arrastrado por el ambiente tan especial que se vivía en Flandes en aquel tiempo, sintió la necesidad de hacer algo más grande que solamente escribir su apellido en el asfalto.

Daem y un colega, que ya la semana anterior usaron una plantilla para pintar a tiza durante el Tour de Flandes, casi fueron detenidos cuando intentaban acceder al sector del Trouée d'Arenberg por la seguridad de la carrera. “Entonces, uno de los tipos nos reconoció de la semana anterior y se lo dijo a sus compañeros. Al final, nos dejaron pasar y hasta movieron los coches para darnos espacio para pintar y encendieron sus luces para nosotros”, relata.

Lo que hace este belga es como una extensión moderna de la humilde tradición de pintar mensajes para sus héroes en las carreteras, días antes de que pase una carrera. Sin embargo, el arte de Deam es otro nivel: por el detalle y la precisión. Tardó 12 horas en hacer la plantilla de cartón con la cara de Boonen tardó 12 horas, y puede llegar a las 40 horas para cortar otras más complejas.

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Con Boonen empezó todo y Daem fundó el colectivo Puncheur y, desde entonces, han pintado a más de 50 estrellas y leyendas ciclistas contemporáneas en las rutas clásicas de primavera de Bélgica y el norte de Francia. ¿El Banksy del ciclismo?. “No sé, solo pintamos con espray y nos divertirnos”.

El proceso tiene su complejidad. Hay que preparar el diseño, crear la plantilla y luego cepillar y limpiar bien la superficie para ir agregando distintas capas de pintura. Los rostros de los ciclistas pueden parecer pequeños cuando se fotografían desde el aire, pero son impresionantes obras de tres por dos metros que ocupan la mayor parte del camino. No es de extrañar que triunfen en las redes sociales y no haya imitadores. “Al principio, pensé que mucha gente nos lo copiaría, pero seguimos siendo casi los únicos que hacemos esto”, comenta Daem.

Todavía no han tenido problemas con la policía. Al contrario. Cuando pintaron la cara de Frank Vandenbroucke en su Ploegsteert natal antes de la Ghent-Wevelgem, los policías se detuvieron a charlar y les dijeron que les gustaba mucho. De vez en cuando, hasta reciben solicitudes de las autoridades locales para colaborar en su área, con carreteras cerradas para que puedan trabajar todo el tiempo que les plazca. Todo es más fácil si el alcalde es aficionado al ciclismo. Estas cosas solo ocurren en Bélgica…

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Los ciclistas profesionales también se están acostumbrando a ver sus rostros pintados en la carretera, como Wout van Aert, que dijo bromeó al respecto en la televisión belga. Dijo: “ahora siempre tendré que pasar por encima de la cara cuando vuelva a casa después de entrenar”. Sin embargo, estas pinturas son temporales, algo que a Deam no le inquieta. “ De hecho, me gusta que lo que pintamos se desvanezca con el tiempo —confiesa—. Cuando regresamos un año después a ese mismo lugar, de las pinturas ya casi no queda nada. Eso como estas estrellas que pintamos: ellas tampoco durarán para siempre. Lo que hacemos es temporal, y el mundo de la competición también lo es: siempre habrá nuevas leyendas por llegar”.

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