Euskaltel-Euskadi vuelve... si es que nunca se fue

El retorno del equipo Euskaltel-Euskadi a una gran vuelta, además de volver a ilusionar y dejar las imágenes de la "marea naranja", hace justicia al ciclismo vasco, cuyo nivel mundial no ha decaído desde entonces.

En un ránking de nacionalidades entre los participantes de la Vuelta a España 2021, que lideran los ciclistas del país anfitrión con 40 representantes, los ciclistas del País Vasco ocuparían nada menos que el cuarto puesto, solamente por debajo de los 20 participantes belgas y los 18 franceses, e igualando a los 14 de Italia y Países Bajos, todas ellas potencias históricas de este deporte ya más que centenario. Si sumáramos a los ciclistas navarros, estaría en el podio.

En la actual lista de participantes, se encuentran repartidos principalmente entre los equipos Astana (están los hermanos Ion y Gorka Izagirre, Alex Aranburu y Omar Fraile), Caja Rural-Seguros RGA (Jonathan Lastra, Jon Aberasturi, Oier Lazkano y Aritz Bagües) y Euskaltel-Euskadi (Mikel Bizkarra, Mikel Iturria, Xabier Mikel Azparren y Gotzón Martín) y se completan con el debutante Ander Okamika (Burgos-BH) y el inimitable Mikel Landa (Bahrain-Merida), formando un grupo que, como equipo, sería temible. Y los que no están: Pello Bilbao, Jonathan Castroviejo...


La estructura kazaja Astana-Premier Tech es el equipo World Tour con más ciclistas vascos en su plantilla (Créditos fotografía: Twitter Astana - @ChrisAuldPhoto)

Este mes de agosto, los titulares de los medios lo han anunciado ya a bombo y platillo. Y es que es motivo de gran celebración: Euskaltel-Euskadi está de vuelta. Después de su ascenso a la categoría Pro Team, el conjunto de la Fundación Euskadi que volvía al pelotón como equipo continental en 2018, ha recibido la invitación a la Vuelta a España y con ello ha devuelto a las grandes vueltas ese color naranja que se esfumaba en 2013, en un final polémico, aunque también simbólico, subiendo al podio de Madrid como mejor equipo.

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Era un color dentro del pelotón y en las cunetas que, una vez de vuelta, parece imposible que llegara a desaparecer, como si fuera intrínseco a un ciclismo de alto nivel, a pesar de los cambios que ha sufrido en la última década. Sin duda, el ciclismo ya no es el mismo pero, de algún modo, la semilla naranja continuó germinando.

Una potencia mundial

Lo que nunca se fue del pelotón es el potencial de un ciclismo vasco que sigue siendo por méritos propios una de las grandes canteras ciclistas a nivel mundial. De haberse conservado la plantilla de aquel último Euskaltel-Euskadi, se habría asegurado uno de los equipos más sólidos del mundo. Solo hay que ver la situación de algunos corredores en el actual ránking UCI: Ion Izagirre 39º clasificado, Mikel Landa, 54º, Pello Bilbao, 57º, Alex Aranburu —que pasaría más tarde al profesionalismo—, 61º; y en especial el papel que han tenido ciclistas como Jonathan Castroviejo, que en su caso se fue rumbo a Movistar Team en 2012, y el navarro Mikel Nieve, como dos de los gregarios más determinantes del ciclismo mundial de la última década.

Tampoco hay que olvidar que miembros de aquella plantilla ahora son directores de equipos Pro Teams, como es el caso del mismo hombre al mando del protagonista Euskaltel-Euskadi, Jorge Azanza, o de los navarros Juanjo Oroz y Pablo Urtasun, en un Kern Pharma que quedó fuera de las invitaciones de La Vuelta, aunque no habría desentonado. El entorno del ciclismo vasco, además, está también en el WorldTour con figuras importantes en los staff como las de Xabier Artetxe o Aritz Arberas, preparadores físicos en Ineos Grenadiers y Bahrain-Merida, respectivamente.

Vuelve la marea

El ciclismo vasco, un iceberg cuya punta se puede observar con esta presencia en las grandes carreras del ciclismo mundial, tiene su propia idiosincrasia, y ya se ha escrito mucho sobre ello (aunque quizás no lo suficiente).

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Por su cultura ciclista singular, unas hondas raíces que le dotan de una gran fuerza en su base casi por inercia, y, por supuesto, por una afición que marca la diferencia, en su carrera de casa y allí donde va. "Subí sin hacer esfuerzo por los muchos aficionados vascos que estaban. Es algo que te emociona, subir entre ikurriñas y camisetas naranjas con la gente gritando tu nombre. Hay que estar ahí para vivirlo. No solo es especial para nosotros, también para el público volver a las carreras de alto nivel. Veías feliz a la gente que se acercaba al autobús mientras calentábamos. Intuías las sonrisas debajo de las mascarillas. Ha sido emocionante todo el día. Vuelve la marea naranja, vuelve la ilusión de un pueblo", escribía en el periódico Gara sobre su contrarreloj inicial en Burgos uno de los debutantes del Euskaltel-Euskadi, Xabier Mikel Azparren.

Oier Lazkano impresionó con su potencia en las largas llanuras camino de Albacete (Créditos fotografía: Charly López/Unipublic)

Oier Lazkano impresionó con sus habilidades rodadoras camino de Albacete (Imagen: Charly López/Unipublic)

Con solamente veintidós años, el que fuera campeón de España contrarreloj sub23 ya se ha mostrado en los primeros días de Vuelta a España con presencia en dos escapadas, la segunda de ellas acompañado de otro debutante como Oier Lazkano (Caja Rural-Seguros RGA), que pudo demostrar una potencia de las que no pasan desapercibidas —que ya le valió para una primera victoria profesional en la Volta a Portugal de 2020— dejando vacíos a sus dos compañeros de fuga por las largas carreteras castellanas.

Estas dos trayectorias pueden ser una buena fotografía lo que representa la base vasca: un Azparren de familia ciclista, hijo del ex mánager de Caja Rural y con su hermano también destacado amateur, precisamente la categoría en la que impresionó Lazkano, que debuta ahora en una grande tras haberse quedado fuera del dream team de la selección española para el Tour del Porvenir, con los ciclistas ya del WorldTour Juan Ayuso, Carlos Rodríguez y Javier Romo.

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"De lo mejor que ha pasado por amateur en 10 años", escribía en Twitter sobre Lazkano el ex profesional y ahora director deportivo en aficionados David Etxebarría. Una escena amateur vasca donde dirige el ex Euskaltel, seguramente con menos glamour que la promoción que hayan podido recibir algunos de los nombres citados entre las estrellas del Porvenir, pero que respira ciclismo por todos los poros.

Juego de despachos

Es incuestionable que los despachos también han tenido un papel importante en la citada y particular idiosincrasia del ciclismo vasco en la última década, que no ha dejado de tener representación al más alto nivel. El valiente Euskadi-Basque Country Murias de Jon Odriozola, en el pelotón entre 2015 y 2019 , logró victorias de etapa en sus dos participaciones en la Vuelta, con Oscar Rodriguez en La Camperona (2018) y con Mikel Iturria en la etapa de Urdax (2019) y también logró fuerte presencia en el calendario internacional con la proyección de corredores como Eduard Prades o el mismo Aberasturi.

Sin embargo, la aventura acabó aquel mismo 2019 con un más que interpretable comunicado en el que se leía: "tras el éxito obtenido que nos ha obligado permanentemente a crecer y ante la imposibilidad de seguir creciendo con nuestros propios medios, nos vemos abocados a hacernos a un lado en este momento". Aquel final sucedía después de un año de rumores de fusión con la Fundación Euskadi y peticiones de apoyo institucional. Unos silencios y ambigüedades que muchas veces hablan por sí solos.


A través de Mikel Landa se pueden explicar muchas de las intrahistorias del ciclismo vasco de los últimos años. (Créditos fotografía: Twitter Bahrain-Victorious)

Pocas cosas demuestran más la particularidad del ciclismo vasco que el hecho que su ciclista emblema de los últimos años, Mikel Landa, en activo en los mejores años de su carrera, aceptara la presidencia de la Fundación Euskadi en 2017 ante la llamada de socorro Miguel Madariaga. El corredor ha ocupado el cargo hasta este mismo 2021, cuando la UCI consideró que la nueva posición de Euskaltel-Euskadi en el ProTeam suponía un conflicto de intereses con la actividad profesional todavía en activo del ciclista de Murgia. Así, Landa anunciaba este despido obligado con resignación.

Un capítulo más del landismo y de esta especial historia que ahora escribe nuevos capítulos con la tinta naranja que tanto se había echado en falta. Ahora, además, con el empujón de la salida del Tour de Francia 2023 en Bilbao en el horizonte.

Fotografía de portada: Charly López / Unipublic

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