Tour Femenino 2023: el Tourmalet fue el escenario de un cambio generacional

Este Tour Femenino nos ha dejado grandes momentos que demuestran que estamos ante un cambio de ciclo. Se va Van Vleuten y llega Vollering como la destinada a reinar en los próximos años.

"Demi Vollering estuvo hoy en otro nivel". Las palabras de Annemiek van Vleuten después de la etapa del Tourmalet, en la séptima jornada del Tour de Francia Femenino, no dejaron duda alguna de que el relevo se había producido. La corredora del Movistar aceptaba resignada que ella no era la más fuerte, ni ya no sería la candidata al ganar el maillot amarillo. La neerlandesa del SD Worx ganó con contundencia en la jornada reina y estableció diferencias ya insalvables para el resto de rivales, en especial con su compatriota a que la sacó más de 2’’ minutos. La contrarreloj final del día siguiente, de tan solo 22 km, era demasiado corta como para que Van Vleuten, una especialista contra el crono, pudiera contrarrestar ese tiempo. En este Tour Femenino, el Tourmalet dictó sentencia (y algunas cosas más).

La victoria en los Pirineos de Vollering tiene un significado que va mucho más allá del mero triunfo de etapa: es la culminación de un cambio en el pelotón femenino que se ha estado cocinando durante toda la temporada. El hecho de que Van Vleuten no haya brillado en las clásicas como solía hacerlo, empezó a avanzar lo que hemos visto en el Tour: que el nivel del ciclismo femenino ha subido exponencialmente, que se ha profesionalizado aún más, y que, en consecuencia, corredoras que parecían competir en una liga superior, como Van Vleuten, ya tienen rivales a su altura y pueden ser superadas.

En la penúltima etapa del Tour Femenino de 2022, en Le Markstein, Van Vleuten estableció diferencias con Vollering que le permitieron conseguir el maillot amarillo. Entonces esta última le dijo a la primera: "Lo que hiciste hoy no es normal”. Van Vleuten respondió que era mayor y que tenía más experiencia que ella. “Algún día te llegará a ti", prosiguió la del Movistar. "Esperemos que sí”, dijo Vollering tras finalizar minutos por debajo de su compatriota. 

Un año después, la profecía de Van Vleuten se ha hecho realidad. La oportunidad le ha llegado a Vollering esta temporada, en la que está arrasando a nivel de victorias. La del Tourmalet fue su decimocuarto triunfo, una cifra solo accesible para unas pocas elegidas. Así que nada de lo que pasó en este Tour ha sido una casualidad. Sin embargo, lo que quizás pueda sorprender es que en tan solo un año la neerlandesa del SD Worx haya conseguido ese nivel superior. De hecho, todo el pelotón femenino ha subido varios escalones en un periodo de tiempo tan corto. 

Este hecho lo hemos visto en corredoras como Kasia Newiadoma (Canyon // Sram), tercera en el pódium final, que han empezado a incorporar entrenamientos en altura a su plan de entrenamientos y han hecho modificaciones en su mentalidad gracias a la incorporación de directores deportivos como Magnus Backstedt, que están sabiendo revolucionar desde la base la forma de correr y de creer en sus posibilidades de las ciclistas. Del mismo modo, ese clic mental también se ha producido en una gran parte del pelotón, que se ha lanzado a probar las fugas —que han sido muy frecuentes en este Tour—, a ser atrevidas, a darse la oportunidad de equivocarse y de crecer sin sentirse acomplejadas por la supuesta superioridad de estructuras como el SD Worx. 

El plan que no fue de Van Vleuten

En la misma cima de Tourmalet la actual Campeona del Mundo también confesó que tenía un plan y que por eso mandó a su equipo a endurecer la carrera en el Col d’Aspin para poder hacer un ataque marca de la casa, a lo lejos, cuando todavía quedaban 5 km para coronar. Por delante tenía el descenso y los exigentes 10 km final del Tourmalet, donde ya no pudo responder al último ataque de Vollering. “Estoy decepcionada —dijo la líder del Movistar—. Esperaba tener un día mucho mejor”.

Un día después, en la contrarreloj individual final de Pau, de 22,5 km, Van Vleuten no tuvo más remedio que responder casi con las mismas palabras al perder otros 1’31’’ con respecto Vollering y dejar escapar el pódium por 56’’. “He dado todo lo tenía hoy. Ayer di todo lo que tenía, absolutamente todo. Pero no sé qué ha pasado. No he estado a mi nivel habitual, y ayer, después de la meta, ya me sentí un poco rara, y esta mañana tampoco me encontraba del todo bien”, declaraba ante los medios de comunicación encogiéndose de hombros.

Nunca sabremos si realmente el esfuerzo que la neerlandesa está haciendo para estar al mejor nivel este 2023, el que será su último año como profesional, le ha pasando factura física y mentalmente en este Tour. Tras una temporada de clásicas en la que no han llegado los resultados, se había visto obligada a “remontar” para poder afrontar con éxito un nuevo triplete de grandes vueltas con La Vuelta Femenina, el Giro Donne y el Tour Femenino (recordemos que Vollering decidió precisamente no disputar el Giro para centrarse en el Tour de Francia). Se ha quedado a las puertas de conseguirlo y repetir la hazaña de 2022. "Hemos estado muy cerca", nos comentaba Sebas Unzué, Team Manager del Movistar. Seguramente en unas semanas no lo veremos como una decepción o una derrota sino como parte de lo que ha conllevado siempre el “todo o nada” de Van Vleuten. Una forma de correr y de entender el ciclismo que, con sus aciertos y errores, sin duda echaremos de menos.

El dominio del SD Worx

Mientras, el SD Worx se ha vuelvo a posicionar como el equipo más poderoso del ciclismo profesional femenino. “Este año lo hemos ganado casi todo. Casi cuesta de creerlo”, comenta Marlen Reusser, ganadora de la contrarreloj de Pau. La suya es la tercera victoria para el equipo en este Tour Femenino en el que consiguieron una etapa con Lotte Kopecky en la primera jornada —que le procuró el maillot amarillo, que SD Worx no ha dejado en toda la ronda— y la ya citada victoria de Vollering en el Tourmalet. En total, sumando la general de la ronda francesa, el equipo neerlandés suma ya 53 victorias este año.

Además, han ocupado la primera y segunda posición en el podio final con Kopecky, una corredora especialista en clásicas y una muy buena esprínter, algo inédito en una carrera por etapas como el Tour. La forma en la que superó la exigente etapa de alta montaña —"Me he sorprendido a mí misma", declaró— y la excelente contrarreloj que realizó le procuraron colocarse en el segundo escalón y, además, llevarse el maillot verde de la regularidad. ¿Estamos ante una futura ganadora del Tour en los años venideros? “No creo. A pesar de que tuve el maillot amarillo durante muchos días nunca se me pasó por la cabeza apostar por ganar el Tour. Lo mío son las clásicas, que es lo que más me gusta y me gustaría seguir apostando por eso”, puntualizó la corredora belga ante el interés de los periodistas sobre su evolución, que seguiremos de cerca. 

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