Rein Taaramäe, la inspiración del artista

Doce años de poner pie a tierra en el Xorret del Catí, el corredor estonio viste el maillot de líder de la Vuelta a España gracias a su triunfo en solitario en la cima del Picón Blanco. Revisamos una trayectoria singular y llena de altibajos.

Una de las primeras estampas que Rein Taaramäe (1987, Tartu, Estonia) dejó en el ciclismo de más alto nivel, y quizás la más icónica, fue en la Vuelta a España de 2009. En su segundo año en el equipo Cofidis, un joven de veintitrés años vestido con el maillot de campeón de Estonia en su debut en una gran vuelta lideraba en solitario la novena etapa, que afrontaba las temidas rampas del Xorret de Catí. La ventaja de 3 minutos con la que empezó la subida se fueron rebajando al igual que cambiaba su forma de pedalear, con chepazos cada vez más forzados, hasta que a 3,5 kilómetros para la meta, cuando en el grupo de favoritos empezaban los ataques entre Alejandro Valverde y el líder Cadel Evans, un Taaramäe totalmente vacío era superado por sus perseguidores y llegaba a poner pie a tierra antes de coronar.

Una carta de presentación memorable del estonio en las grandes, un prometedor corredor que el año anterior había ganado una etapa del Tour del Porvenir y venía aquel año de ganarle el Tour de l’Ain a todo un David Moncutié. Un escalador alto, con gusto por los ataques y, como demostró, sin miedo a gastar todas sus fuerzas en el intento de lograr victorias.

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Doce años más tarde, Taaramäe viste el maillot de líder de la Vuelta a España gracias a su triunfo en solitario en la cima del Picón Blanco, subida inédita en la gran ronda española que él estrenó, igual que se impuso en el bautizo de otro de los descubrimientos de la última década como fue La Farrapona en 2011.

"Cuando tiene un buen día..."

Purito Rodríguez, que compartió equipo con el estonio en el equipo Katusha en 2016, estaba comentando la etapa que aupó a Taaramäe al maillot rojo en Televisión Española y le definió como uno de esos corredores "artistas, que funcionan por inspiración". Justamente, aquel mismo 2016 llegó otro de sus grandes triunfos: una victoria en solitario en la 20ª etapa del Giro d’Italia, la última etapa de montaña camino de Sant’Anna di Vinadio y la única oportunidad de libertad para un Taaramäe que hasta el día anterior estuvo trabajando para las opciones de podio de Ilnur Zakarin, que tuvo que abandonar por una caída. Como en sus otras etapas en grandes vueltas (La Farrapona 2011, Picón Blanco 2021), remató una fuga en un día de alta montaña.

Las fugas de alta montaña son el nicho a través del cual Taaramäe ha logrado sus grandes victorias. (Foto: Photo Gómez Sport/Unipublic)

Un perfil de corredor con pocas victorias pero la mayoría de ellas en grandes escenarios y, cuando las logra, dejan huella. Como definía Purito: "cuando tiene un buen día, puede ser imparable, pero también puede desaparecer al día siguiente".

En los primeros años de su carrera, las expectativas de Taaramäe parecía que podían llevarle a ser un corredor de grandes vueltas. Tras su sueño truncado en Xorret de Catí, fue 3º en la Volta a Catalunya de 2010, 4º en la París-Niza de 2011 y fue nada menos que 11º en la general del Tour de Francia antes de lograr su primera victoria en una gran vuelta en La Farrapona a final de año. A la postre, la mejor general de siempre para un ciclista cuya progresión se cortó en 2012 por una mononucleosis, si bien pudo dejar destellos en un Tour irregular como un quinto puesto en la brutal subida a la Planche des Belles Filles, que marcó el inicio de un lustro de prácticamente una década de dominio de Team Sky en la ronda gala.

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"No me quedaban muchas oportunidades como esta"

Cofidis, Astana y Katusha fueron sus equipos de primer nivel hasta que en 2018 volvió a la categoría continental francesa en la que debutó en Direct Energie, un movimiento que si bien le dio cierta libertad no llevó consigo importantes resultados. Y en este, su primer año en el Intermarché-Wanty-Gobert belga, le ha llegado uno de los mejores momentos de su carrera.

"Tengo treinta y cuatro años y he soñado en muchas ocasiones poder vestir un maillot así, pero sé que no me quedaban muchas oportunidades como esta", decía en sus primeras declaraciones tras poder vestirse como líder de La Vuelta el ya veterano estonio, que de aquel prometedor escalador ha acabado conviertiéndose en uno de esos veteranos todoterrenos del pelotón. "Me conozco y tengo confianza en mis posibilidades. Es un momento muy feliz", explicaba Taaramäe, horas antes de presentarse a la salida del día siguiente con la calma que dan los años de experiencia. Y aseguraba: "he llegado a un momento de mi carrera en el que todo lo sabes afrontar con calma. Si el maillot nos dura un día, estará bien. Y si son más, no importa". El artista ya ha logrado su recompensa.

Fotografía de portada: Intermarché-Wanty-Gobert / Alessandro Volders

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