Gran Fondo Encamp Pas de la Casa 2023, el placer de rodar entre montañas

Conocemos la experiencia del suscriptor de VOLATA que participó en la segunda edición del Gran Fondo Encamp Pas de la Casa. Esta prueba cicloturista en terreno pirenaico permite sumergirse en un recorrido similar a una etapa de alta montaña de una gran vuelta. Altitud, desnivel y porcentajes elevados para completar una ruta para escaladores.

No suelo tener la oportunidad de recorrer carreteras y puertos que he visto en numerosas ocasiones por televisión. Poder participar en la segunda edición de la Gran Fondo Encamp Pasa de la Casa, en el corazón de los Pirineos, me brindaba esa opción; y, por supuesto, no la quise desaprovechar. También era la primera vez que montaba en bicicleta en el fascinante entorno montañoso de Andorra. La experiencia fue, sin duda, gratificante, pues atravesar recorridos que han formado parte en carreras como el Tour de Francia y la Vuelta a España tiene su encanto.

La aventura comenzó con un golpe de fortuna, pues fui el ganador del sorteo de VOLATA de una inscripción para esta prueba cicloturista. A mí, que nunca me toca nada. Fue una bonita forma de acabar el mes de mayo. La marcha proponía tres recorridos diferentes: la ruta más larga, de 103 kilómetros y más de 3.300 metros de desnivel positivo, y dos opciones más suaves de 47 km, y el ascenso a tres puertos, y 31 km, con las únicas subidas a Engolasters y Cortals d’Encamp. 

Me decidí por el itinerario más largo porque quería exprimir la experiencia al máximo y era el único que incluía los ascensos a dos puertos que forman parte del imaginario ciclista: Ordino y Envalira. Todos los amantes de la bicicleta tenemos marcadas ciertas subidas para hacer algún momento en la vida y, en este caso, ambas estaban en mi lista particular.

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El ambiente en la salida de Encamp era muy relajado, ya que no había una gran masificación. Lo cierto es que todavía se nota que se trata de una marcha joven, pues acaba de cumplir su segunda edición, y por tanto necesita un tiempo para asentarse en el extenso calendario de pruebas cicloturistas. Sin embargo, es un aspecto que en cierta manera valoras positivamente, pues te permite disfrutar del entorno y del paisaje de una manera diferente a como lo harías en un evento más multitudinario. Aun así, durante el primer puerto, la Collada de Beixalís, sí que se sintió la atmósfera que conforma el pelotón de cualquier prueba cicloturista. Una sensación que fue desvaneciéndose poco a poco con el paso de los kilómetros.

Personalmente, Beixalís fue el puerto más bonito. Al mencionado ambiente ciclista, que te estimulaba a nivel competitivo, había que sumar las constantes curvas de herradura en sus poco más de seis kilómetros y medio. Fue también el puerto con mayores porcentajes, con tramos que llegaban hasta el 12% en algunas zonas. Además, sirvió para entrar en calor nada más comenzar la ruta, pues aunque no hacía un frío invernal la temperatura era baja. De hecho, completé todo el recorrido con maillot de manga larga. Una vez coronado Beixalís, y tras el primer avituallamiento, el pelotón comenzó a disgregarse.

Y allí estaba yo, solo, como si se tratase de mis habituales entrenamientos en la comarca barcelonesa del Maresme. Aunque esta vez el paisaje era bien distinto. El siguiente escollo en el camino era el Coll d’Ordino, y lo cierto es que fue una auténtica sorpresa. Primero porque te adentras en una zona boscosa que te acompaña hasta la cima, cercana a los 2.000 metros de altitud, y segundo porque se trata de un puerto de diez kilómetros sostenidos en torno al 7% que te permite mantener un ritmo constante. A diferencia del descenso de Beixalís, más estrecho y en el que la visibilidad en las curvas era más complicada, el de Ordino fue relativamente sencillo hasta el último tramo camino de Canillo.

Es a partir de ese punto donde comienza la gran subida a Envalira, superior a los 17 kilómetros de longitud. La primera parte no tiene mucho misterio, marcada por una carretera muy amplia, prácticamente recta, y en la que el tráfico abierto se hace más notable que en otras partes de la ruta. Desde mi punto de vista, en este aspecto la organización no tiene otra alternativa, pues al ser una prueba cicloturista sobre asfalto no existe otro camino hacia Envalira que no sea la carretera principal. Ese tramo monótono, que conecta gran parte de las estaciones de esquí de la zona, culmina en el túnel que enlaza con Pas de la Casa. 

Los últimos kilómetros hasta la cima son los más bonitos. Los coches prácticamente desaparecen de la ruta y se encadenan varias curvas en las que quedas asombrado por la inmensidad del paisaje y todas las montañas que te rodean. En lo más alto, por encima de los 2.400 m nos esperaba un gran avituallamiento, donde volví a encontrarme con gran parte del pelotón que formábamos la prueba. El recorrido tendría que haber continuado hacia Pas de la Casa, pero la organización anunció el día anterior que ese tramo sería excluido por las condiciones de frío a esa altitud. Así que tras reponer fuerzas, me abrigué y me lancé a un descenso que parecía eterno.

Había que deshacer todo el camino recorrido hasta Envalira y aunque estaba bien equipado, lo cierto es que la sensación de frío se adentró entre los recovecos del maillot. Fue una travesía larga de regreso a la parroquia de Encamp, cercana a los 26 kilómetros, sobre una carretera muy amplia que permitía alcanzar con seguridad velocidades en torno a 60 km/h. El entumecimiento muscular y la cercanía con la llegada, donde me esperaba mi mujer y mis tres hijos, hicieron que el último ascenso a Cortals d’Encamp supusiera una losa que hubiera preferido no incluir en la ruta. Subir y bajar por la misma carretera, un último esfuerzo tendido que concluyó mi primera aventura montañosa por Andorra.

Sin duda, disfruté en plenitud con la participación y la experiencia en esta Gran Fondo. El territorio y el entorno es el idóneo para convertirse en un referente en los próximos años en el calendario amateur. Ingredientes como la altitud, el desnivel o el ascenso a puertos conocidos son atractivos, pues te permiten sentirte inmerso en una gran etapa de montaña.

 

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