Siempre nos quedará París

El panorama de nuestra representación nacional en la carrera es más preocupante que el hecho de que Pogačar pueda caerse mientras brinda encima de la bici, pues no gana un español en el país vecino desde 2018, cuando Omar Fraile se impuso en Mende.

Banda Sonora: Joe Dassin, "Les Champs-Èlysées"

El 18 de julio de 1936, España se sumió en una profunda oscuridad política, social y económica de la que tardaría unos cuarenta años en salir. Aunque podríamos argumentar que salir, lo que se dice salir, tampoco hemos terminado de salir del todo. De aquella pobreza espiritual que secuestró a generaciones enteras podríamos relatar también infinitas penurias, pero siendo este un espacio deportivo y tratándose del tercer domingo de julio, fecha especialmente señalada en este año tan complicado como etapa final del Tour de Francia, nos limitaremos a una lectura onomástica en términos puramente ciclistas.

El número mágico de la jornada es el 35. Sería el total de victorias que sumaría en la Grande Boucle Mark Cavendish, de imponerse en un esprint masivo en la llegada a los Campos Eliseos. El británico, que alzó los brazos hasta cuatro veces sobre el mismo escenario, se convertiría en el más ganador de la Historia, por delante de Eddy Merckx, a quien igualó nueve días atrás en Carcassonne.

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Tadej Pogačar apenas tiene que conservar la vertical sobre la bicicleta para repetir como campeón, aunque algunos inquietos, como Javier Ares en Eurosport, manifiesten su miedo a que pierda el equilibrio a la hora de brindar y posar. Buen golpe de teatro sería, casi de comedia francesa, aunque, con más de cinco minutos de margen sobre el segundo clasificado, Jonas Vingegaard, un desenlace traumático tampoco aventuraría.

Omar Fraile (Astana) durante la etapa con final el Luz Ardiden (imagen: Pauline Ballet / ASO)

Más preocupante parece el panorama de nuestra representación nacional en la carrera, pues no gana un español en el país vecino desde 2018, cuando Omar Fraile se impuso en Mende. Solo figuran entre los diez primeros Pello Bilbao y Enric Mas, el mejor clasificado en sexto lugar, un escalón por debajo del año anterior. Mientras esperan su momento promesas como Juan Ayuso, se añoran épocas mejores, como la de finales de los años ochenta con Perico Delgado, el doblete con el cambio de siglo de Alberto Contador o la dorada, a inicio de los noventa, de Miguel Indurain.

Al contrario que el recién igualado por Cavendish, el récord del ciclismo patrio es negativo, pues hilvana tres Tours sin victoria por primera vez en cuarenta años. Como cualquier dictadura que se precie, la franquista aspiró a politizar impúdicamente los éxitos deportivos y castigó también sin miramientos los fracasos, siendo el más sonoro el de 1949, cuando se inscribieron media docena de corredores y ninguno alcanzó a pisar los adoquines de París, siendo posteriormente sancionados por el Régimen.

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Este año, tras no pocas penas, llegan 16 a la meta. El esloveno Pogačar ha sido un titán en la ronda francesa y la competencia, feroz con otros jóvenes talentosos, desacomplejados y ambiciosos, tal que Vingegaard, Wout Van Aert o Mathieu Van Der Poel. A todos ellos desearía verlos en la próxima Vuelta su director, Javier Guillén, invitado para comentar la jornada de clausura en Teledeporte. Pensaba, camino del mercado del Rastro madrileño, prepararme para la ocasión comprando el último Mortadelo y Filemón, Misión por España, pero al final han caído un click de Playmobil, un alegre Pitufo y un facsímil de Platos voladores al ataque, de Oesterheld y Breccia.

Pitufean los ciclistas a su primer paso por los célebres Champs Èlysées, que voltean hasta ocho veces antes de lanzar el esprint masivo para resolver la incógnita del día. ¿Será algún velocista capaz de negarle la gloria a Cavendish? Del resto, ni susto cabe: pocas fotos y ninguna con champán. Se impone el ejemplo: el Coronavirus, por mucho que algunos lo desprecien, no entiende de celebraciones. Lo han comprendido a medias en Tokio donde, dentro de una semana y sin espectadores, toman el relevo en el calendario deportivo los Juegos Olímpicos. Allí estará, entre otros, Alejandro Valverde, quien, a sus cuarenta y un años, sí llega de una pieza a la capital francesa. Rozó por momentos un triunfo de etapa en Andorra la Vella, como Ion Izaguirre en Le Grand Bornand e Imanol Erviti en Nîmes, y, pese a no coronar, bien alto ondeó su bandera.

Alejandro Valverde, Pello Bilbao y Guillaume Martin haciendo grupeta en la etapa 18 del Tour de Francia (imagen: Getty)


Aunque nos centremos en el presente, "siempre conviene no olvidar", escribe en El País la profesora Pilar Mera. Hace ochenta y cinco años, los actos de unos sublevados impidieron, lo primero, la celebración de Olimpiada Popular como alternativa a los Juegos oficiales de la Alemania nazi. Y no está de más recordar, al paso del pelotón por el Arco del Triunfo, que fueron españoles –los 150 republicanos que integraron La Nueve del general Leclerc– los primeros en liberar París. Lo conmemoraba en el Instituto Francés de Valencia, recientemente cerrado por el gobierno de Emanuel Macron, un bello mural del dibujante Paco Roca. 

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La economía anda complicada, es cierto. También para los medios, algunos de los cuales han hecho malabares para cubrir este Tour, marcado obviamente por Pogačar, por las caídas masivas, alguna que otra redada y ningún positivo, por sustancias o por el maldito virus. Lo celebran el simpático esloveno sobre el podio y el gran público sobre el pavés o a distancia por televisión. Tan solo falta la cereza sobre el pastel, esa histórica victoria, acelerando a 100 metros de la meta, de Cavendish.

Sin embargo, el número mágico no llega, curiosamente, donde tampoco ganó Merckx, pero sí lo hace su compatriota, Van Aert, el más rápido. A el Caníbal, caprichos del deporte, le faltó coronarse en la capital. Tampoco es ninguna deshonra. Hasta suena bien, según se mire, como final de película, de Tour, y puede que de época. Prueben conmigo: pase lo que pase, siempre nos quedará Paris.

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