En busca de la velocidad relativa

Enfrentarse a la velocidad no es sencillo. Algunos profesionales del ciclismo en carretera cuentan con la ayuda de psicólogos y profesionales, como ex ciclista Óscar Saiz, para superar ese miedo, especialmente en los descensos.

Le pregunté a un buen amigo y ex ilustre profesional de carretera si había pasado miedo, miedo de verdad, en competición a una velocidad elevada y me confesó que no tenía suficientes dedos en los pies y las manos para contabilizarlo y expresarlo. Me contó también que a Oscar Freire, tres veces ganador de la Milán-San Remo, el último kilómetro de Vía Roma le parecía interminable a pesar de la altísima velocidad.

Enfrentarse a la velocidad no es sencillo. Algunos profesionales del ciclismo en carretera cuentan con la ayuda de psicólogos para superar ese miedo, especialmente en los descensos; ese trabajo puede ayudar a desbloquear traumas relacionados con la percepción de peligro.

Ser testimonio de una caída o de una montonera puede resultar desagradable pero quizás es peor oír el sonido del crujir de cuadros y ruedas de carbono a tus espaldas. Imaginar los daños, fracturas, lesiones y la sensación de haberlo esquivado es algo que, si uno no lo ha vivido en persona, no se puede ni imaginar.

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En el campo profesional, la velocidad también se percibe diferente si uno va disputando la etapa y tiene la motivación de ganar o si va sufriendo para no descolgarse. Otro elemento que condiciona la percepción es si es de día o de noche, ya que sin la luz diurna tendremos siempre la sensación de ir mucho más rápido. Es un hecho comprobado.

Y qué decir del esprint, el momento de la velocidad terminal. La adrenalina activa la circulación sanguínea y una mayor aportación de oxígeno. Lo que para el público es un espectáculo, para algunos corredores es auténtico terror mientras que, para otros, es una explosiva liberación de endorfinas.

Llegada al esprint en el pasado Tour de Francia con Mark Cavendish, Michael Morkov e Iván García Cortina (imagen: Charly López / ASO)

En el ciclismo, la velocidad media de una etapa suele usarse como indicador de cuan exigente ha sido, aunque no refleja muchas de las variables que se suceden en carrera. Sin embargo, la contrarreloj es su perfecta materialización. Un buen contrarrelojista no solo es un atleta potente o un ejemplo de aerodinámica, es también una persona preparada mentalmente para sufrir al límite. No todos los ciclistas están capacitados para hacerlo. Las tentativas del récord de la hora acentúan este sufrimiento extremo, ya que en el velódromo no hay subidas o bajadas para cambiar el trabajo muscular desarrollado, es una postura única e inmutable.

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Todas estos condicionantes hace que cuando tenemos que hablar de la velocidad, también lo hagamos desde un punto de vista sensorial e incluso bioquímico. Es decir, cómo percibimos la velocidad y lo que genera hormonalmente son aspectos que determinan que o disfrutemos de rodar a 50 km/h o nos aterrorice descender un puerto de montaña a esa misma velocidad.

Podemos gozar y disfrutar de la velocidad. Si es así, es porqué nuestro cuerpo libera endorfinas, ese opiacio natural que produce nuestro organismo y que tiene un papel fundamental en la recuperación y en otras funciones esenciales para la salud. Nos proporciona sensación de bienestar y mejora nuestro humor, reduce el dolor y potencia las funciones del sistema inmunitario. Además, contrarresta los niveles de adrenalina asociados a la ansiedad. Pero también crea adicción.

Óscar Saiz, el gurú del descenso

Siempre ligado al desarrollo tecnológico de nuevos modelos de bici y a la preparación de corredores, Óscar Saiz (Sabadell, 1973) fue un corredor puntero a nivel mundial en mountain bike y especialista en la modalidad de descenso. A su contrastada técnica van unidas una gran habilidad comunicativa y didáctica, cosa que le ha llevado a ser un entrenador y consultor de ciclismo de mucho prestigio a nivel mundial.

Ha trabajado con multitud de corredores élite, de mountain bike, ciclismo de carretera o triatlón. Thibaut Pinot, Annemiek van Vleuten, Marianne Vos, Jolanda Neff y el equipo suizo de MTB, el equipo Giant Alpecin (ahora Team DSM) figuran entre los que han contratado sus servicios de asesoría.

Jolanda Neff durante la prueba de ciclismo de montaña XCO de los Juegos Olímpicos de Tokyo, en la que consiguió la medalla de oro (imagen: Tim de Waele / Getty)

“Durante diez años he podido constatar unos rasgos y características generales en ciclistas de carretera de altísimo nivel —comenta sobre la gestión de la velocidad en el ciclismo—. Por sorprendente que pudiera parecerme en un deporte en el que cuidan hasta el último detalle y en el que hay continuas evoluciones y mejoras, la técnica y habilidad encima de la bici habían pasado desapercibidas. Solo en casos flagrantes en los que se perdía una competición o había caídas severas en los descensos se hablaba de las dificultades de algunos corredores a la hora de bajar”.

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Según el técnico catalán, la técnica no solamente consiste descender con soltura y a velocidades altas. "Un mayor dominio de esa técnica, nos aportará seguridad y evitará caídas, optimizará nuestras fuerzas con el consecuente ahorro de energía a nivel físico. Ya sea descendiendo en los puertos, colocándose y moviéndose dentro del grupo, compitiendo en las contrarrelojes y rodando por carreteras técnicas o difíciles”.

La holandesa Annemiek van Vleuten, reciente campeona olímpica de contrarreloj individual en Tokyo 2020 (imagen: UCI cycling)

A esa destreza física, hay que sumarle la parte psicológica, ya que al sentir que se domina esa técnica, aumenta la confianza y a la percepción de control la situación. Según Saiz, “la ejecución de estos recursos requiere de atención y focalización por parte del ciclista. Estar concentrado en su ejecución atenuará los miedos que este pueda tener, como miedo a las caídas, a un rendimiento mediocre… Es decir, deber estar atento solamente a las consecuencias que pueda tener su acción en un momento concreto. Para evaluar al ciclista hay que analizar si las dificultades que tiene se deben al manejo y conducción de la bici estrictamente o si, además ,su percepción del medio, como la carretera, es mejorable; no todo el mundo lee la carretera y percibe las distancias y la velocidad de igual manera”.

Al ser preguntado sobre cómo consigue que los ciclistas implementen esa metodología, el técnico concreta que “el trabajo consiste en aportar recursos técnicos que, cuando se practican y entrenan, aportan un mayor dominio y control. Como por ejemplo, la posición idónea encima de la bici en cada momento, las frenadas, saber anticiparse y saber improvisar y reaccionar ante situaciones de emergencia”.

*Versión de un artículo publicado originalmente en VOLATA #27

Imagen cabecera y circuito Parcmotor Castellolí: Ricard Calmet

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