"Convencí a Bernard Hinault con un sillín personalizado", Giuseppe Bigolin, presidente de Selle Italia

A sus ochenta y dos años sigue al pie de cañón. Giuseppe Bigolin, presidente de Selle Italia, es uno de los históricos patrones del mundo del ciclismo, que ha visto y ha sido protagonista de algunos de los cambios más importantes de este deporte de las últimas cinco décadas. Juan Antonio Flecha ha visitado las instalaciones de Selle Italia en Asolo, y lo ha entrevistado para En modo Flecha

Signor Giuseppe, ¿cómo empezó su trabajo en Selle Italia?

Selle Italia nació en Lombardía, en Corsico, cerca de Milán, en 1897. La empresa había tenido su apogeo en el periodo comprendido entre el final de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando la producción y venta de bicicletas estaba en su apogeo. Pero cuando me hice cargo de esta empresa a finales de los años sesenta, era una empresa obsoleta que se dedicaba principalmente a fabricar sillines para carretera utilizando prensas de agua, que era un tipo de técnica muy antigua. Cuando empecé tenía un trabajador y producíamos treinta sillines al día. Para hacer una comparación, en aquella época Selle San Marco, que empezó en 1935, tenía dos cientos empleados y fabricaba diez mil sillines al día. Ahora, Selle San Marco es una empresa de nuestro grupo porque la compramos. Ha sido el trabajo duro y el compromiso constante lo que nos ha llevado hasta aquí.

Después de cincuenta años sigue muy cerca de los procesos de fabricación. ¿Le gusta participar en la producción?

Mi trabajo también ha sido siempre mi pasión. Trabajar no es divertido, pero mi trabajo es mi pasión. Esto de la pasión uno lo lleva dentro o no lo lleva. Si uno tiene esta pasión y la cultiva, los resultados llegan poco a poco y son producto del compromiso y el trabajo duro. Vengo de una familia muy numerosa, éramos trece hermanos. Mi padre fue muy listo, porque se aseguró de que todos los hermanos estudiáramos y tuviéramos un título. Siempre bromeo con el que hecho de que cuando murió mi padre y abrí la carta de su testamento decía: “Caro Giuseppe, ti lascio..." [Querido Giuseppe, te dejo..."] y luego no decía nada más.

Vaya...

Lo que quiero decir es que a mí no me regalaron nada, después de que él falleciera solo había que arremangarse y ponerse manos a la obra. En todos estos años hemos sacado adelante esta empresa hasta convertirla, dicen, en una de las más importantes del mundo en su sector.

Usted ha vivido la transición de la producción artesanal a la industrial. ¿Cuáles son las diferencias?

Empezamos haciendo sillines de cuero. En aquella época, montar en bicicleta era cómo ir a trabajar, necesitabas tener callos. Hoy en cambio, es divertido y puedes disfrutarlo. El gran cambio llegó con la tecnología y los nuevos materiales. Gracias a ellos llegaron los sillines de hoy en día. Fue, sobre todo, la investigación y el desarrollo de nuevos materiales lo que marcó la diferencia y el objetivo siempre ha sido que pudiera ser cada vez más cómodo. La comodidad es el elemento decisivo. Puedo decir con orgullo que en los últimos cuarenta años todas las mejoras y desarrollos que se han introducido en la producción de sillines, incluso los de nuestros competidores, han sido concebidos y desarrollados por Selle Italia.

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Con la llegada del gravel, ¿qué retos supone esta especialidad para Selle Italia?

Como siempre, se trata, en primer lugar, de entender perfectamente qué tipo de producto necesita el usuario. En la bicicleta de carretera, el peso y el rendimiento son decisivos, mientras que para la bicicleta de gravel, la comodidad es lo fundamental. También en carretera, pero ahí el peso es más decisivo. Para el gravel, mejorar el confort significa también mejorar las prestaciones y la diversión sobre la bici. Ahora, además de los sillines, también estamos trabajando en la cinta del manillar. El concepto ha pasado a ser trabajar en los puntos de contacto con la bicicleta y coordinar manillar y sillín, por lo que estamos a punto de presentar un producto combinado de cinta de manillar y sillín.

El sillín ha sido históricamente una parte de la bicicleta con la que el ciclista mantiene una relación muy especial. Cuando un ciclista elige su tipo de sillín lo utiliza durante gran parte de su carrera. ¿Cuál es su relación con sus atletas?

El sillín es muy importante, tanto que el gran campeón Fausto Coppi, cuando viajaba y se trasladaba al extranjero, solía llevar consigo su sillín de cuero para bicicleta, en su equipaje siempre a mano. El sillín entonces era algo único y especial, como un violín o una herramienta personal hecha a medida. Hoy en día, con los nuevos materiales, todo ha cambiado. El primer enfoque científico que introdujimos con nuestros sillines fue con el modelo Turbo con Bernard Hinault, que fue imagen de nuestra marca. Empezamos a introducir diferentes tipos de grosores, más duros o más blandos en diferentes zonas, y el bastidor inferior metálico con amortiguadores. Era algo que no se podía hacer con el cuero. La introducción de nuevos materiales nos permitió pensar en los sillines de una forma diferente, trabajando tanto en la superficie de apoyo como en la carcasa para obtener un mayor confort. Luego introdujimos el gel en 1984. 

¿Fue el primer ciclista en tener sillines personalizados?

Sí, fue nuestro primer atleta. Corría con un sillín de otra marca y me tuve que inventar algo para traérmelo a Selle Italia y quitárselo a la competencia. Y no solo el dinero fue decisivo. Nuestro acuerdo incluía muchas cláusulas e incluso un porcentaje sobre las ventas de los sillines Turbo, pero en última instancia, lo que fue decisivo y le convenció, fue la personalización del sillín. Había mandado hacer sillín con su nombre escrito en un lateral y entre su nombre y su apellido habíamos insertado el dibujo bordado de un pequeño tejón. Ese era su apodo, fue lo que más le gustó y lo que le había hecho decidirse.

Recuerdo que después de su victoria en el Campeonato del Mundo en Sallanches en 1980, yo había ido a Milán para el Tour de Lombardía para llevarle el nuevo sillín Turbo con el bordado personalizado. Necesitaba una imagen para la campaña publicitaria. Salí en coche de mi casa y llegué al hotel de Milán a primera hora de la mañana. Llevaba conmigo una cámara que me habían prestado y que un fotógrafo local me había enseñado a utilizar; es curioso cuando lo piensas ahora, pero así es como se hacía entonces.

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¡Qué artesano!

Llegué al hotel, esperé a que Bernard Hinault bajara de su habitación para desayunar y le entregué el sillín. Entonces le pedí que se hiciera una foto con el sillín en la mano, que luego se convirtió en la imagen de la contraportada de la revista italiana Bicisport. Yo lo había hecho todo, aparte del sillín: el contrato y la foto y el eslogan que acompañaba a esa fotografía para el anuncio, que decía "Selle Italia Turbo, disegnata dal vento e da Bernard Hinault" [Selle Italia Turbo, diseñado por el viento y Bernard Hinault]. Ese fue el primer paso hacia la personalización, que luego fue muy importante para construir mi relación con los atletas.

Pantani fue otro de sus atletas más emblemáticos. 

Cuando Pantani conseguía una de sus grandes victorias, íbamos a su casa de Cesenatico a visitarle y a cenar pescado. Se había convertido en una tradición. Cuando hablábamos, Marco siempre decía que le apasionaban el mar y la pesca. Le apasionaba la pesca por su abuelo, que le llevaba a pescar de pequeño. De ahí surgió el apodo de il Pirata. Un día, para hacerle un regalo, preparé una montura personalizada con las palabras “il Pirata”. Incluso registré la marca y luego se le regalé para que hiciera lo que quisiera con ella. Cuando ganó el Tour, yo había preparado uno de estos sillines amarillos, lo llevé a Cesenatico y se lo regalé en una de nuestras cenas. Su apodo nació allí. Al principio il Pirata era una marca comercial y una personalización de los sillines. Ahora es la palabra por la que se recuerda a Marco.

Hoy en día, el tema de la sostenibilidad ocupa un lugar central. ¿Cómo aborda Selle Italia esta cuestión?

Por el momento somos los únicos en el mundo que hemos desarrollado un sillín de material totalmente reciclable. El modelo se llama Model X y es el primer sillín del mundo en el que no hay poliuretano ni pegamento. Contamos con la certificación de un organismo especializado que ha definido nuestro producto como "ecológico" a todos los efectos. Según sus cálculos, la emisión de CO2 necesaria para fabricar el sillín es aproximadamente la mitad que la de los demás sillines del mercado actual. El Model X es la montura precursora de una nueva serie de productos diseñados y fabricados con la sostenibilidad como eje central.

* Contenido realizado en colaboración con Selle Italia y CDC Sport, distribuidora de Selle Italia en España. 

 

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