También nos detenemos en la Milán-Sanremo para analizarla desde la perspectiva de Michael Matthews. El australiano rozó por tercera ocasión la victoria en Via Roma en su undécima participación. Quizá este 2024 fue el año que más cerca se quedó a pesar de ser uno de esos ciclistas que suele pasar desapercibido pero con un talento superlativo. Ese último golpe de riñón de Philipsen impidió que Matthews alzara los brazos. Es tan complejo ganar esta carrera...
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Por último, nos adentramos en la extraña y estrecha relación que ha forjado la estructura del Lidl-Trek femenino con el Trofeo Binda, en el que han conseguido la victoria en las últimas cuatro ediciones. Una carrera que, por el contrario, se le resiste al todopoderoso bloque del SD Worx-Protime. La italiana Elisa Balsamo se hizo con su segundo triunfo en una de las clásicas más relevantes del calendario femenino.
En la Combinada de esta semana desgranamos la personalidad y la actitud ofensiva de Sandra Alonso, que consiguió una fantástica victoria en la segunda etapa del Tour de Normandía. Recuperamos para la ocasión la entrevista con la alicantina que publicamos en el número 35 de la revista y su impresiones 'in situ' tras formar parte de la fuga en la sexta etapa del Tour de Francia Femenino 2023.
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Además, comentaremos la interesante campaña de marketing del equipo Visma-Lease a Bike. Han propuesto un juego en el que durante las clásicas analizarán a diferentes narradores y podcasters con una inteligencia artificial para conocer las ocasiones que interpelan al equipo con su nomenclatura actual (sin decir Jumbo). Quien consiga el mejor resultado, se llevará un premio.
A new name, not easy for everyone.
— Team Visma | Lease a Bike (@vismaleaseabike) March 15, 2024
Which commentator or podcaster can maintain the highest rate of accuracy during the Spring Classics?
This is The Name Game. 📢 #TheNameGamehttps://t.co/yIM7BfvLj7 pic.twitter.com/8n9vKyESXC
Para finalizar, la pregunta de esta semana tiene que ver con la emoción y la tensión que se vive en el desenlace de La Classicissima: ¿Son los últimos 15 minutos de la Milán-Sanremo los mejores de la temporada ciclista? Pocas carreras, por no decir ninguna, tienen esa capacidad de concentrar en un periodo de tiempo tan breve la cantidad de sucesos encadenados y protagonistas esenciales en la narrativa de los acontecimientos. Y todo con un guion muy establecido que permite pocos giros.
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En la tertulia de este trigésimo primer capítulo de VOLATA Radio, a través de nuestro formato 3,2,1... nos detenemos en una actualidad marcada, por supuesto, por la gran actuación del esloveno Tadej Pogačar, pero también por una excelente Lotte Kopecky que se desquitó de su segunda posición la temporada pasada para volver a reinar en la Strade. La Campeona del Mundo fue la artífice de los ataques decisivos para seleccionar el grupo antes de asestar el golpe definitivo en Via Santa Caterina frente a Elisa Longo Borghini.
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También nos detenemos en el fulgurante inicio de año de un Lotto-Dstny que se consolida en las plazas WorldTour de cara al próximo trienio (2025-2028) junto al crecimiento de un sólido bloque de ciclistas jóvenes liderados por Lennert Van Eetvelt, Maxim van Gils y Arnaud de Lie. Por último, ahondaremos en el papel de Oier Lazkano en la estructura del Movistar Team y la solvencia que está demostrando para convertirse en una figura importante en las clásicas.
Por otro lado, en la Combinada de esta semana explicaremos algunas de las intrahistorias más interesantes de la etapa Berguedana de La Volta a Catalunya, que ha levantado tantas expectativas con el primer ascenso en competición del Coll de Pradell; también de la aparición estelar de Sepp Kuss como "embajador" de la etapa. Además, comentaremos el podcast de Egan Bernal con Juan Sebastián Charry, con la habitual sinceridad y tono del colombiano.
En este caso, la pregunta final tiene que ver con la aerodinámica y los avances técnicos, a veces poco acertados en cuanto al estilismo: ¿Estás a favor o en contra de los cascos ‘supersónicos’/innovadores de contrarreloj? El debate se puso encima de la mesa la temporada pasada tras el "calcetín" que incorporaban los cascos Specialized —prohibido por la UCI a partir del próximo 2 de abril— e incrementó la controversia después del modelo de la marca Giro que presentó el Visma-Lease a Bike en Tirreno-Adriático y París-Niza.
🇮🇹 #TirrenoAdriatico
— Team Visma | Lease a Bike (@vismaleaseabike) March 4, 2024
Recon time. 👀
Excited to use our brand new innovative Giro helmets for the first time. 🚀 pic.twitter.com/B7uj77Iwq9
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Este 2024, el Campeonato de España regresó a una de las cunas del ciclocross. Allí, en Amurrio, el pasado mes de enero ambos conquistaron el sexto título nacional y se afianzaron como los grandes dominadores de la disciplina. En el trigésimo episodio de VOLATA Radio conversamos de forma relajada para conocer de primera mano los entresijos del ciclocross y que valoren una temporada positiva en muchos aspectos.
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Junto a Felipe Orts y Lucía González descubrimos el motivo que les llevó a apasionarse por esta disciplina, el estado del CX en España y si hoy en día se puede vivir exclusivamente de competir en ciclocross. A su vez, desvelan que se sienten atrapados por el ambiente hipnótico que se vive en las carreras belgas, las dificultades para ganarse el respeto en un deporte dominado por el acento flamenco y el entusiasmo por poder disfrutar de una prueba como la Copa del Mundo de Benidorm.
Fotografías: Javier Martínez de la Puente
Además, el alicantino desgrana por qué decidió dar el paso de crear su propio equipo centrado en las modalidades 'off-road' como CX, ciclismo de montaña y gravel. ¿Apuntando a Los Ángeles 2028 en MTB? También conocemos cómo vivió su décimo puesto en el Mundial de Tabor, así como la tercera plaza en el Superprestige de Niel y el top 5 en la Copa del Mundo Maasmechelen, el mejor resultado histórico para un corredor español.
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En la tertulia de este vigesimonoveno capítulo de VOLATA Radio, a través de nuestro nuevo formato a modo de cuenta atrás (3,2,1...), nos detenemos en una actualidad copada casi en exclusiva por la competición. Analizamos el particular duelo entre Remco Evenepoel y Daniel Felipe Martínez en la Vuelta al Algarve, donde el belga arrasó en la contrarreloj per sucumbió con el colombiano en los dos finales en alto.
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También nos adentramos en la Setmana Valenciana para hablar de los dos triunfos de Elisa Balsamo y el dominio del conjunto SD Worx. Por último, el protagonismo recae en el error de Tobias Halland Johannessen que le costó la victoria en la clásica VAR por alzar los brazos antes de la línea de meta.
Por otro lado, conversamos sobre dos curiosidades como la extensa entrevista de Rigoberto Urán con Laura Meseguer en la que el colombiano reflexiona sobre su trayectoria en su último año como ciclista profesional, y recuperamos los ciclistas que conseguían las victorias más relevantes hace exactamente diez años.
Precisamente, fue en aquel 2014 cuando la revista VOLATA dio sus primeros pasos, y con motivo del décimo aniversario del proyecto ofrecemos el código VOLRADIO15 para obtener un 15% de descuento en la suscripción a la revista. Más información sobre todos los planes de suscripción aquí.
Para acabar, lanzamos una pregunta abierta a la audiencia: ¿Qué corredor del 'Big Six' hará mejor temporada? Un debate interesante en el que os animamos a participar y en el que tratamos de aportar nuestra opinión desde un punto de vista racional, pero también pasional.
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¿Cómo lo haremos? Con un formato a modo de 3,2,1... como si del inicio de una contrarreloj se tratara. Hablaremos sobre 3 temas de actualidad; sobre 2 temas que nos han llamado la atención a modo de Combinada (igual que la sección de la revista); y acabaremos con una pregunta final que os invitamos a contestar.
En esta ocasión, centramos la tertulia en la Volta a la Comunitat Valenciana, donde el esloveno Matej Mohoric (Bahrain-Victorious) dio una lección sobre cómo afrontar al límite los descensos y nos detenemos en la gran victoria de Will Barta (Movistar Team) en València tras plantar cara en solitario durante más de 50 kilómetros al pelotón.
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También charlamos largo y tendido sobre el dominio de Mathieu van der Poel y Fem van Empel durante los Campeonatos del Mundo de Ciclocross, donde, además, Felipe Orts consiguió su mejor resultado en un Mundial concluyendo en la décima posición y cumpliendo así uno de sus sueños. El bloque de actualidad lo cerramos con una píldora sobre el regreso del Tour de Colombia y el retorno a la competición de Nairo Quintana, Egan Bernal y Mark Cavendish.
Por otro lado, conversamos sobre dos curiosidades en nuestra combinada radiofónica como la fotografía de James Startt a Greg van Avermaet que aparece en el número 40 de la revista dedicada a los caminos, y la historia que hay detrás de la horquilla de Wout van Aert en la bicicleta de Fem van Empel durante el Mundial de Ciclocross.
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Para acabar, la pregunta abierta a la audiencia esta semana es: ¿Estás a favor o en en contra de permitir las sustituciones en las Grandes Vueltas como propone Eusebio Unzué? El histórico gerente del conjunto telefónico abogaba en una entrevista por permitir los cambios cuando un corredor se ve obligado a abandonar durante la primera semana. Quizá es un planteamiento que debería debatirse.
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La nutrición deportiva es uno de esos aspectos invisibles en las retransmisiones televisivas que están consiguiendo aumentar la competitividad en el pelotón. Hoy en día ningún equipo del WorldTour se entiende sin la figura del nutricionista y el equipo de cocina. Se han convertido en pilares en la estructura interna, junto a los mecánicos, los psicólogos o los biomecánicos. En este episodio de VOLATA Radio nos adentramos en su trabajo hablando con Aitor Viribay, responsable de la nutrición y la fisiología del equipo INEOS Grenadiers.
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Con el técnico vasco charlamos sobre su función en el conjunto británico, sobre cómo se ha optimizado el rendimiento en los últimos años y de todos los avances en alimentación y fisiología que están cambiando el deporte de élite.
"Todavía queda mucho por mejorar, hay margen —comenta Viribay—. El ciclista ya está mentalizado, y solo hay que ver cómo suben los jóvenes, de que para ser el mejor tiene que hacer muchas cosas más, ser capaz de digerir mucha información y ser experto en muchas áreas distintas, como la nutrición".
Además, en nuestra habitual tertulia analizamos cómo han ido los primeros compases de la temporada ciclista. Charlamos sobre el inicio en Australia del Santos Tour Down Under, masculino y femenino, y el interesante bloque en la zona del Levante mediterráneo con la disputa de las diferentes carreras y trofeos en Valencia, Castellón y la Challenge de Mallorca.
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Precisamente, esas grandes actuaciones fueron las que llamaron la atención del equipo BORA durante el tríptico de las Ardenas. El catalán desvela en la conversación la manera en la que se gestó su fichaje por el equipo alemán y que ese mayor acercamiento se produjo, especialmente, por ser capaz de mantenerse en el grupo de favoritos en la Flecha-Valona en la última ascensión al Muro de Huy. Además, junto a Roger Adrià charlamos de sus inicios en el mundo del ciclismo, el futuro más cercano, su nuevo rol dentro del BORA y de sus primeras impresiones con sus nuevos compañeros.
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También hablamos sobre Primož Roglič. Porque si el inicio de La Vuelta para el BORA estuvo marcada por el fichaje de Roger Adrià, el final de la ronda española, a través de las disputas internas del Jumbo-Visma entre sus tres líderes, precipitó uno de los movimientos más relevantes del mercado ciclista: la llegada del esloveno a la estructura alemana. Quizá en el momento de su fichaje, Adrià no era consciente que compartiría equipo con uno de los grandes corredores del último lustro.
Por ello, el catalán muestra su entusiasmo por seguir progresando y aprendiendo al lado de una figura como la de Roglič, que reafirma el cambio de filosofía del BORA hacia las carreras por etapas y lo consolida como una referencia del pelotón internacional con otros grandes nombres como Jai Hindley, ganador del Giro d’Italia 2022, Aleksandr Vlasov, Lennard Kämna, Daniel Felipe Martínez o el prometedor Cian Uijtdebroeks.
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En este nuevo capítulo de la serie recuperamos íntegramente el artículo titulado 'La mística de la Flamme Rouge' y publicado en el número 39 de la revista dedicado a la mente y al cuerpo.
"En carreras como esta no hay que pensar en la distancia, se va exhausto desde la salida y quién es capaz de soportarlo durante más tiempo, el que sufre al máximo, es quien finalmente levanta los brazos en la línea de meta". Estas fueron las palabras que más me emocionaron en el pasado Tour de Francia. No son sacadas de la famosa entrevista a Matej Mohorič ni tampoco el ciclista que las pronunció terminó ganando una etapa.
Curiosamente, el día anterior a la victoria de Mohorič sobre Casper Asgreer, el danés había ganado tras una fuga en el primer kilómetro en la que los escapados llegaron tener menos de un minuto a 50 kilómetros de la meta, pero en la que toda la intensidad se concentró en el último kilómetro de la etapa. Aquel día, Victor Campenaerts cruzó la flamme rouge acoplado a su bicicleta de manera exquisita: brazos en 90 grados, codo hacia dentro, manos en las manetas de freno a 45 grados y cabeza agachada. Visto de frente, el belga asemejaba a Viatcheslav Ekimov ganando la persecución individual en lo mundiales de finales de los años ochenta. Al igual que el ruso, Campenaerts sabe medir la distancia y cruza la pancarta del último kilómetro con sus compañeros de escapada a rueda para lanzar a Eenkhoorn, y va más deprisa que los lanzadores del Alpecin hasta escasos trescientos metros. Allí, Campenaerts se aparta, los escapados respiran por última vez antes de esprintar y es el danés quien termina llevándose la etapa.
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Los inicios de Campenaerts en el ciclismo son muy recientes, ya que hasta los diecinueve años practicaba la natación y el triatlón por lo que es poco probable que viese a Ekimov ganar etapas atacando en el último kilómetro a finales de los noventa. Sin embargo, el belga es un especialista de la lucha contra el crono y recordman de la hora, sobre todo gracias a su pasado en la natación dónde aprendió a saber medir su ritmo en función de la distancia.
Fotografía: Charly López
En mi adolescencia me fascinó ver a Ekimov atacar en el último kilómetro. Cuando al tren de los velocistas les quedaban dos lanzadores, el ruso conseguía desordenarles con un ataque en la misma flamme rouge para robarles la victoria. Posiblemente no exista un ataque más rebelde en el ciclismo que el que se produce en el último kilómetro y, a la vez, la mayor crueldad para una escapada es ser neutralizada dentro de esa distancia. Habiendo leído esto coincidiréis conmigo que la flamme rouge tiene cierta mística y que al cruzarla en cabeza se empieza a saborear la dulzura de la victoria o la amargura de la derrota.
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Mi primera victoria como profesional se produjo tras un ataque en el último kilómetro de una etapa en la Vuelta a Aragón. A Cipollini le quedaba Scirea como último lanzador en el momento en que Rolf Sorensen les intentó sorprender con un ataque. Scirea cerro el hueco con el danés justo en la flamme rouge y por mi cabeza surgieron imágenes de Ekimov atacando. Con rapidez pensé que al italiano se le haría muy largo y que si apuraba en la rotonda ya no me verían. Calculé la distancia, medi las fuerzas de los demás y fui un rebelde atacando al rey león —Cipollini— en su terreno.
Lo cierto es que el ciclismo suele darnos más amarguras que alegrías en esa distancia, pero en el pasado Tour, Victor Lafay nos devolvió la belleza de ese tipo de victorias. El francés sorprendió a Van Aert atacando en la flamme rouge cuando al belga ya no le quedaban lanzadores, calculó la distancia, midió la fuerza del favorito y atacó sin resignarse a otro esprint del grupo. Otra vez, el último kilómetro tomaba especial protagonismo en la Grand Boucle aunque en el fondo y, como diría semanas más tarde otro Victor —Campenaerts—, a quién finalmente la carrera premiaría como el más combativo en Paris: "En el Tour no hay que pensar en la distancia".
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En este nuevo episodio, Quintana reflexiona sobre su vida alejada de la competición profesional a lo largo de este 2023 después de dar positivo por tramadol en el Tour de Francia de 2022, una sustancia en vías de prohibición a todos los efectos. Además, se adentra en su ambición por seguir entrenando al máximo nivel y cómo compartir salidas y rutas en bicis con compañeros y amigos le ha ayudado a mantenerse activo mentalmente. Asimismo, el colombiano explica sus proyectos presentes y futuros. Por supuesto, también sobre café, porque Quintana es un auténtico cafetero.
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Que el ganador del Giro d’Italia en 2014 y La Vuelta en 2016, además de subir en hasta tres ocasiones el podio en el Tour de Francia, y la única estructura española en el World Tour vuelvan a unir sus caminos parece una situación que de primeras beneficia a ambas partes. Llegó a especularse con su retirada, pero él mismo se encargó de desmentirlo confirmando que quería seguir luchando por competir en las cotas más altas del ciclismo. Ahora, Quintana tiene una nueva oportunidad y como nos confesó en esta conversación, sin avanzar nada sobre su futuro, ya pensaba en arrancar en forma el año 2024.
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El protagonismo recae en los ciclistas, pero como en cada edición, alejados de ese foco principal, hay un equipo inmenso que es esencial en el engranaje, el funcionamiento interno y el estilo distintivo de La Vuelta. En este vigésimo tercer capítulo de VOLATA Radio nos adentramos en la ronda española de la mano de dos de sus voces más reconocidas, y queridas: los hermanos Juan Mari y Mónica Guajardo. Él es el speaker durante las salidas y las metas, ella, la responsable de transmitir la información más relevante en Radio Vuelta. Junto a ellos analizaremos la carrera y charlaremos del trabajo que desempeñan, de las circunstancias rocambolescas que han envuelto a la prueba, así como de historias y anécdotas que han vivido a lo largo de los años. Además, conoceremos de primera mano cómo vivió Mónica el desfallecimiento de Remco Evenepoel en el Aubisque, pues su coche viajaba justo detrás del belga en el momento que cambió el rumbo de La Vuelta 2023.
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Pero también hubo una escena cuyo protagonista principal fue Juan Mari Guajardo. Era la salida de la novena etapa en Cartagena (sí, aquella que acabó con Fernando Escartín encaramado en una valla para tomar los tiempos), y la inconfundible voz de Guajardo sonaba como de costumbre presentando a todos los ciclistas que subían al control de firmas. Sin embargo, el protocolo habitual se vio alterado cuando Primož Roglič apareció con una tarta, le arrebató el micrófono y dijo: ¡Happy Birthday! No todos los días uno puede recibir una felicitación de cumpleaños del ciclista esloveno en primera persona. Este momento fue impulsado por su hermana Mónica y nos han comentado los detalles.
Juan Mari Guajardo habla con Remco Evenepoel durante la salida de una de las etapas de La Vuelta 2023 (Fotografía: Sprint Cycling)
Por último, la reflexión final lleva la firma invitada de David García Gómez, de A Pie de Puerto y responsable del canal oficial de La Vuelta en Twitch, que nos da su punto de vista particular sobre esta edición tan peculiar de la ronda española. Además, contamos con un bonus track después de nuestra visita a la Sea Otter Europe 2023: una charla con Antonio Ortiz, ex ciclista profesional de Mountain Bike y un auténtico aventurero.
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Hablamos con Óscar Saiz de la importancia de las bajadas en competición, del papel que juega la mente y cómo se puede ayudar a un ciclista cuando ha sufrido miedos y bloqueos. Elena Alcalde pone el broche final al capítulo con una reflexión sobre la cabida del humor dentro del mundo del ciclismo.
]]>En este vigésimo segundo capítulo de VOLATA Radio reflexionamos junto a Saiz el funcionamiento del cuerpo y la mente en plena competición —en conexión con los contenidos del número de la revista VOLATA de próxima publicación—. El catalán compitió en descenso de Mountain Bike (Downhill) en la década de los noventa y principio de los dos mil, y ahora es coach de ciclistas profesionales tanto de carretera como de montaña, utilizando sus años de experiencia para combatir el miedo, afinar la destreza y afrontar los descensos con agilidad y seguridad. Junto a Mas, ciclistas como Thibaut Pinot, Annemiek van Vleuten o estructuras como el Lidl-Trek, DSM, Liv racing, UAE Team ADQ o Lotto-Dsnty han recurrido a sus servicios. También hablamos sobre la búsqueda de los límites, la recuperación mental de un ciclista después de sufrir una caída y descubrimos cada detalle de sus metodología y trabajo para ayudar a los corredores.
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Saiz asumió el control del programa de descensos de Giant en Europa cuando todavía era profesional (Fotografía: Cortesía Óscar Saiz)
Por último, la reflexión final lleva la firma invitada de Elena Alcalde, responsable de comunicación y marketing de la revista Mongolia, que responde sobre si el humor puede (y debe) tener cabida en el ciclismo profesional. Al fin y al cabo, el humor, la comedia y la sátira siempre han tenido un papel relevante en la sociedad.
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Imagen de cabecera: Getty Images
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El ciclismo a veces parecía un deporte mudo porque no se nos permitía escuchar lo que pasaba en el pelotón, pero poco a poco la voz de los protagonistas gana relevancia durante la propia carrera. Y para hablar de ello, así como de nuevos formatos de comunicación que funcionan en el mundo del ciclismo, en este nuevo episodio tenemos a dos comunicadores jóvenes que por sus contenidos en redes sociales se han convertido en referencias en el ecosistema ciclista. Por un lado, Pablo Ordorica, centrado en el formato audiovisual y responsable de marketing y comunicación del equipo Movistar Team. Por otro lado, un experto en el análisis de datos, especialmente los relacionados con los puntos UCI, como Raúl Banqueri, periodista en Lanterne Rouge.
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Fotografía: Getty
Por último, la reflexión final lleva la firma invitada de Charly López, fotógrafo oficial del Tour de Francia, que reflexiona sobre algunas de sus fotos en la pasada edición de la ronda gala, como la secuencia entre Vingegaard y Pogacar en la sexta etapa con llegada en Cauterets.
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Imagen de cabecera: Getty Images
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Además, durante la conversación Fraile explica su rol dentro de una estructura como el INEOS, de los grandes favoritos al maillot amarillo y también de Carlos Rodríguez, que debuta en el Tour de Francia. Al granadino lo describe como un ciclista metódico, trabajador y al que le gusta tenerlo todo programado. Además, destaca su inteligencia y su capacidad para aportar detalles y puntos de vista que ayudan al conjunto de sus compañeros.
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Omar Fraile durante la disputa de la 2ª etapa del Tour 2023 camino de San Sebastián (Foto: INEOS Grenadiers)
Por último, la reflexión final lleva la firma invitada de Marc Cornet, periodista de GOL Televisión, amante del ciclismo y uno de los autores del libro Landismo, que nos aporta su visión particular de este Tour de Francia.
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Imagen de cabecera: Charly López / A.S.O.
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La conversación junto a Lourdes Oyarbide, del conjunto Movistar Team, Patricia Ortega, integrante del Massi Tactic, y Mercedes Carmona, del Rio Miera-Cantabria Deporte, muestra el claro contraste y las diferencias entre la plena dedicación al ciclismo que permite una infraestructura World Tour y el esfuerzo que supone combinar entrenamientos y competiciones con jornadas laborales completas. Cambiar turnos, pedir permisos no remunerados, utilizar periodos vacacionales para competir… Una compleja dinámica que no impide a las integrantes de los equipos continentales mantener la ilusión por la bicicleta.
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De esta forma, la charla permite comprender varios aspectos que envuelven el antes, el durante y el después que esconde una gran vuelta desde perspectivas muy diferentes. Asimismo, las tres ciclistas hacen un repaso de cómo vivieron La Vuelta femenina y la ilusión que supuso poder participar en una carrera de esas características. También reflexionan sobre el aumento del nivel competitivo a pesar de la brecha existente entre las distintas divisiones, la evolución del ciclismo femenino en los últimos años y el avance hacia la profesionalización completa a través de uno que, aunque necesarios, coinciden que algunos casos están tratando de ser demasiado ambiciosos.
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Imagen de cabecera: Naikefotosport
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En la conversación, Koen de Kort habla de aquel momento, que adelantó una retirada que ya tenía prevista para final de año, su nueva vida alejada del profesionalismo, pero todavía ligada al mundo del deporte, general, y del ciclismo, en particular, y, sobre todo, del nuevo rol en el equipo Trek-Segafredo. Un papel en el que desempeña tareas que le permiten mantener el contacto directo con la bicicleta desde una perspectiva diferente, ejerciendo de bisagra entre los ciclistas y las marcas que nutren de componentes técnicos al Trek-Segafredo.
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Fotografía: Getty Images
Por último, la firma invitada es la de Eneko Garate, fundador de la editorial y librería Libros de Ruta, que remata el episodio recomendándonos algunos libros para los amantes del ciclismo.
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Aquí puedes ver la entrevista con Koen de Kort en formato video en nuestro canal de YouTube: ]]>Durante más de una década, se fue gestando la transformación a fuego lento. Cuando Thomas Daem terminó la universidad, se dedicó al diseño gráfico y en casa, en sus ratos libres, en casa confeccionaba plantillas inspirado por personajes como Blek le Rat y Shepherd Fairy. Simplemente necesitaba una chispa para que la mecha prendiera y sus plantillas salieran a la calle. Su héroe, Tom Boonen, en busca de un quinto título de la París-Roubaix en 2017, en su temporada de despedida, fue el gran culpable. Arrastrado por el ambiente tan especial que se vivía en Flandes en aquel tiempo, sintió la necesidad de hacer algo más grande que solamente escribir su apellido en el asfalto.
Daem y un colega, que ya la semana anterior usaron una plantilla para pintar a tiza durante el Tour de Flandes, casi fueron detenidos cuando intentaban acceder al sector del Trouée d'Arenberg por la seguridad de la carrera. “Entonces, uno de los tipos nos reconoció de la semana anterior y se lo dijo a sus compañeros. Al final, nos dejaron pasar y hasta movieron los coches para darnos espacio para pintar y encendieron sus luces para nosotros”, relata.
Lo que hace este belga es como una extensión moderna de la humilde tradición de pintar mensajes para sus héroes en las carreteras, días antes de que pase una carrera. Sin embargo, el arte de Deam es otro nivel: por el detalle y la precisión. Tardó 12 horas en hacer la plantilla de cartón con la cara de Boonen tardó 12 horas, y puede llegar a las 40 horas para cortar otras más complejas.
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Con Boonen empezó todo y Daem fundó el colectivo Puncheur y, desde entonces, han pintado a más de 50 estrellas y leyendas ciclistas contemporáneas en las rutas clásicas de primavera de Bélgica y el norte de Francia. ¿El Banksy del ciclismo?. “No sé, solo pintamos con espray y nos divertirnos”.
El proceso tiene su complejidad. Hay que preparar el diseño, crear la plantilla y luego cepillar y limpiar bien la superficie para ir agregando distintas capas de pintura. Los rostros de los ciclistas pueden parecer pequeños cuando se fotografían desde el aire, pero son impresionantes obras de tres por dos metros que ocupan la mayor parte del camino. No es de extrañar que triunfen en las redes sociales y no haya imitadores. “Al principio, pensé que mucha gente nos lo copiaría, pero seguimos siendo casi los únicos que hacemos esto”, comenta Daem.
Todavía no han tenido problemas con la policía. Al contrario. Cuando pintaron la cara de Frank Vandenbroucke en su Ploegsteert natal antes de la Ghent-Wevelgem, los policías se detuvieron a charlar y les dijeron que les gustaba mucho. De vez en cuando, hasta reciben solicitudes de las autoridades locales para colaborar en su área, con carreteras cerradas para que puedan trabajar todo el tiempo que les plazca. Todo es más fácil si el alcalde es aficionado al ciclismo. Estas cosas solo ocurren en Bélgica…
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Los ciclistas profesionales también se están acostumbrando a ver sus rostros pintados en la carretera, como Wout van Aert, que dijo bromeó al respecto en la televisión belga. Dijo: “ahora siempre tendré que pasar por encima de la cara cuando vuelva a casa después de entrenar”. Sin embargo, estas pinturas son temporales, algo que a Deam no le inquieta. “ De hecho, me gusta que lo que pintamos se desvanezca con el tiempo —confiesa—. Cuando regresamos un año después a ese mismo lugar, de las pinturas ya casi no queda nada. Eso como estas estrellas que pintamos: ellas tampoco durarán para siempre. Lo que hacemos es temporal, y el mundo de la competición también lo es: siempre habrá nuevas leyendas por llegar”.
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En la conversación, Eduardo Chozas reflexiona sobre la idiosincrasia única de cada clásica y su dificultad, pues la tensión es constante por la naturaleza del recorrido a través de carreteras estrechas, estar siempre bien situado, meter codos... Carreras que el madrileño comenta que en su época se definían como “otro ciclismo” desde la óptica ciclista española, ya que ni a los directores ni a los gerentes de los equipos españoles, enfocados en la figura del escalador y las grandes vueltas, les gustaban. Una perspectiva que Chozas celebra que haya cambiado en la última década, con una mayor cultura de clásicas entre los aficionados.
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Además, Chozas relata su experiencia en carreras como el Tour de Flandes y París-Roubaix. Mientras que los murrs flamencos eran un terreno algo más conocido para el madrileño, con la participación en carreras previas como los tres días de La Panne —hoy reducida a la carrera de un día Brujas-La Panne—, los adoquines de Roubaix era territorio completamente inexplorado. Narra los periplos que debió superar en el Infierno del Norte, que no pudo acabar ninguna de las dos ocasiones que la disputó. En su trayectoria, Chozas participó en cuatro de los cinco Monumentos y confiesa que se quedó con ganas de haber corrido en Lieja, una clásica con estilo más montañoso.
Eduardo Chozas celebra su primera victoria en el Tour de Francia de 1985 (Fotografía: Press Sport)
A través de esta charla también profundizamos en la manera intuitiva que tenía Chozas de entender el ciclismo, lo que le llevó a protagonizar aventuras agónicas como la del Col du Granon en 1987. Precisamente, reflexiona sobre la evolución del ciclismo actual en cuanto a rendimiento, mejoras técnicas, tecnológicas, de alimentación… Pero matiza que todo ello debe ir acompañado de la capacidad para saber interpretar en qué momento atacar. Y alaba que en un ciclismo moderno en el que todo está tan medido y controlado, la nueva generación está sabiendo disfrutar con esas arrancadas, en muchas ocasiones, fuera del contexto de la última década.
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Por último, la firma invitada es la de Saul Miguel, comentarista de ciclismo en Eurosport, que remata el episodio respondiendo a la pregunta de si estamos delante de una de las mejores temporadas de clásicas y reflexiona sobre la versatilidad de los dominadores actuales de la primavera, capaces de ser protagonistas también en otro tipo de carreras a lo largo del año.
Un podcast presentado por Pau Mitjans.
]]>En la conversación, ambos hablan de los elementos que se esconden detrás del trabajo en el diseño de un recorrido y de los entresijos del proceso creativo de las etapas. Además, se adentran en los aspectos que se tienen en cuenta y los diferentes factores que influyen a la hora de confeccionar un recorrido que capte la atención del público y aglutine espectáculo, seguridad y capacidad para mostrar el entorno.
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Tanto Roberto Benet como Roberto Laiseka afirman que en muchas ocasiones es muy complicado equilibrar a la perfección un recorrido que cumpla esos requisitos y que, por supuesto, siempre se busque también que los desplazamientos una vez haya terminado la etapa sean lo más cortos posibles.Roberto Laiseka (derecha) durante la presentación del recorrido de la Itzulia 2023 (imagen: Itzulia)
Asimismo, explican cómo tanto ellos como sus equipos se nutren de la gente local y de los Ayuntamientos a la hora de descubrir nuevas rutas, caminos desconocidos, monumentos... También se centran en las herramientas que utilizan para el diseño de los recorridos y el largo trabajo que esconde cada etapa, que se recorre con una cámara entre dos o tres veces a lo largo del año, para ir apuntando localizaciones, dificultades y obstáculos que deberán ser señalizados durante la disputa de las carreras.
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Por último, la firma invitada es la de Ana Gea, del estudio PalauGea y responsable de Gràffica, un revista de referencia del mundo del diseño y de la cultura visual, que remata el episodio reflexionando sobre el papel del diseño en la sociedad actual.
Un podcast presentado por Pau Mitjans.
]]>En este nuevo capítulo de la serie recuperamos íntegramente el artículo titulado 'Un poco de diversión' y publicado en el número 19 de la revista dedicado en exclusiva al 7-Eleven, el primer equipo profesional norteamericano pensado para conquistar el ciclismo europeo.
Después de casi cinco años rodando como equipo de carreras amateurs, el año 1985 marcó un punto de inflexión para el 7-Eleven: serían un equipo profesional y debutarían en el Giro d'Italia. Para la nueva aventura, el mánager general Jim Ochowicz, necesitaba conseguir más fondos y ampliar la estructura para estar al nivel de los equipos europeos con los que deberían competir.
Logró sumar un nuevo e importante patrocinador en la marca italana de lavadoras industriales Hoonved para reforzar el presupuesto y asegurar la continuidad del equipo en los próximos cinco años. Ocho también hizo algunos fichajes, como el joven Chris Carmichael (que años más tarde sería el entrenador de Lance Armstrong) y el gregario Bob Roll.
Estos corredores completaban una plantilla formada por Davis Phinney, Ron Kiefel, Tom Shuler, Eric Heiden, Andy Hampsten y Jonathan Boyer. Además, reclutó a Shelley Verses para que se integrara en el equipo de soigneurs del 7-Eleven, cosa que resultó una revolución en el pelotón europeo. Nunca antes ninguna mujer había ocupado ese lugar en el ciclismo masculino de élite, otra muestra que el desembarco del ciclismo norteamericano en el viejo continente fue más allá de lo estrictamente deportivo.
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Verses se convirtió en los años venideros en la soigneur que más entrevistas respondió, la que en más fotografías posó y la que en más se fijaban las cámaras de televisión en las retransmisiones. Melena rubia, sonrisa californiana, habladora y bromista. La utillera y masajista aprendió el oficio trabajando con la selección de ciclismo de los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984, dirigida entonces por Eddy Borysewicz, después que éste la descubriera haciendo masajes en el equipo amateur Centurion, de California, en una carrera local.
¿Cómo llegó hasta allí? Después de llevar una vida algo errática, Verses acabó en Santa Barbara durmiendo en su coche y enlazando todo tipo de trabajos, pero sabía que quería involucrarse en el deporte —empezó a estudiar educación física en Massachusetts pero no terminó la universidad— y se apuntó a una escuela nocturna para aprender a dar masajes. La vida la llevó de aquí para allá hasta que en 1983, Borysewicz se la llevó a las concentraciones del equipo nacional.
No tenía sueldo así que, para subsistir, hacía de niñera de los hijos de Borysewicz o lavaba los coches de los técnicos. Hasta pocas semanas antes de los Juegos, no recibió ni un duro, pero aprendió cómo funcionaba el ciclismo por dentro y el oficio gracias en gran parte al veterano utillero Amos Otlley, un afroamericano que también rompió barreras. Fue en Los Angeles fue donde coincidió con corredores como Davis Phinney y Ron Kiefel, ciclistas a los poco después cuidaría en el 7-Eleven.
El aterrizaje en Europa no fue fácil. Ochowicz tomó la "precaución" de inscribir a Verses sólo con la inicial de su nombre y cuando fue el momento de recojer la acreditación fue cuando la organización descubrió que detrás de "S. Verses" había una soigneur. "Pero... ¡Si eres una mujer!", le dijeron. Fue el inicio de un camino complicado. Los periodistas la entrevistaban constantemente para preguntarle si era a novia de algún corredor, con cuantos tipos tenía sexo a diario, como había conseguido entrar en el equipo, si realmente cargaba las maletas.
Al año siguiente, en 1986, cuando debutó en el Tour de Francia, la cosa fue a peor. Era objeto de constantes descalificaciones y comentarios misógenos, y se encontraba con continuos problemas para acceder a las zonas de avituallamiento porque la organización simplemente no quería a una chica vistiendo pantalones cortos y camiseta, como solía ir en California. También tuvo que enfrentarse con algunos corredores que se creían con derecho de besarla y con la oposición de la gendarmería, que no entendía las protestas de una chica que decía que tenía que entrar en la zona de meta. De hecho se hicieron apuestas dentro del pelotón, con grandes sumas de dinero implicadas, que Verses no conseguiría superar la presión y que terminaría abandonando a la séptima etapa y que el 7-Eleven tampoco lograría terminar su primer Tour. Pero nada de eso sucedió.
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Sin embargo los corredores apreciaban el trabajo de la joven soigneur y las nuevas ideas que aportaba, como variar cada día los bocadillos de las musettes o el gusto de las sales minerales. Eso llegó a oidos de otros equipos, que quisieron ficharla. Tras su paso por el 7-Eleven, pasó por La Vie Claire, el Toshiba, el TVM y el Saturn. En una entrevista de 2010 declaró que a veces envolvía la comida que daba en los avituallamientos con páginas de la revista Playboy. "Era para echar unas risas. Estos chicos sufren mucho sobre la bici. Se merecen un poco de diversión".
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En la conversación, Mireia Benito reflexiona sobre la importancia generar referente femeninos en el ciclismo y la evolución del deporte en los últimos años. Asimismo, valora los esfuerzos que se están dando, en una buena dirección, pero todavía queda camino por recorrer. La ciclista afincada en Girona hizo una apuesta en 2022 por dedicarse casi exclusivamente al ciclismo, especialmente tras un punto de inflexión en el mes de mayo, pero desde su incorporación al campo profesional en 2019 no ha sido hasta este 2023 cuando ha sellado el primer contrato que le permite centrarse al 100% en el deporte. Esta situación, en palabras de la propia Mireia Benito, se traslada a una mejora sustancial del rendimiento deportivo, ajustando los entrenamientos y la rutina.
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Además, Benito también detalla cómo se ha desarrollado la primera toma de contacto con el conjunto AG Insurance Soudal Quick-Step y la adaptación tanto al nuevo material como a la nueva estructura. Un cambio drástico en su vida con el que admite haber sentido cierta incertidumbre y respeto por la diferencias culturales pero que quedaron despejadas desde la primera concentración en el equipo, estableciendo una relación muy fluida.
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Por último, la firma invitada es la de Laura Álvarez, narradora de ciclismo en Eurosport, quien concluye el capítulo poniendo el broce final con un comentario sobre lo que espera que depare este año 2023 en clave WorldTour femenino.
Un podcast presentado por Pau Mitjans.
]]>En la conversación, Óscar Pereiro reflexiona sobre cómo el ciclismo ha avanzado en los últimos años para ir dando los pasos que lo conviertan en un deporte sostenible en su conjunto, así como en un referente. Asimismo, considera que se trata del altavoz perfecto para corregir y promover cambios. Una situación en la que para Pereiro, Ecovidrio juega un papel esencial porque “no es un simple patrocinador”, sino que supone una colaboración en la que se aportan ideas constructivas con el objetivo de educar y concienciar a las nuevas generaciones.
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Iniciativas que La Vuelta ha introducido en los últimos años como los puntos verdes para retirar los residuos y los bidones, el contenedor en el podio para transmitir un mensaje diario con un simple gesto o acciones como el pelotón verde, formado por voluntarios que recogen los parajes naturales y los lugares de masificación en las metas de la ronda española.
Rafa Vidiella durante la primera edición de Ciclosferia en Valencia (Foto: Ciclosfera)
Además, el exciclista gallego, y actual embajador de La Vuelta y Ecovidrio, repasa sus inicios en el mundo del ciclocross, analiza los cambios de tendencia y dinámicas del ciclismo actual, con una generación jóven multidisciplinar que compite desde la primera carrera del año y rememora su victoria en el Tour de 2006, con la única espina de no haber podido celebrar junto al equipo el triunfo en París.
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Por último, la firma invitada es la de Rafa Vidiella, quien concluye el capítulo poniendo el broce final con un resumen de las claves principales para fomentar la movilidad urbana en bicicleta. Un elemento esencial para avanzar hacia un mundo más sostenible y que han tratado como un tema primordial en la revista Ciclosfera desde hace más de una década.
Un podcast presentado por Pau Mitjans.
]]>El primer ciclista vasco que compitió en el Tour era cojo. Mejor dicho: era el Cojo. En los inicios de este deporte, los periodistas bautizaban a los corredores con apelativos de estilo homérico: Garin era el Pequeño Deshollinador; Muller, el Poeta; Gerbi, el Diablo Rojo; Pavesi, el Abogado (porque hablaba muchísimo); y Fischer, el Escalador (porque al terminar las 72 horas de París, escaló a un árbol y se durmió en las ramas). Al vizcaíno Vicente Blanco le adjudicaron el apodo porque, en lugar de pies, tenía dos muñones.
En 1904, cuando tenía 20 años y trabajaba en la siderurgia La Basconia, una barra de acero incandescente le atravesó el pie izquierdo. Volvió al trabajo en los astilleros Euskalduna y los engranajes de una máquina le trituraron el pie derecho. A pesar de todo, encontró en la chatarra una bici sin neumáticos, le puso las sogas de su chalupa y empezó a pedalear. Se lució en las carreras más prestigiosas, en la Irún-Pamplona-Irún, la Volta a Catalunya, incluso ganó los campeonatos de España de 1908 y 1909 con la camiseta de lana de la Federación Atlética Vizcaína.
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Los directivos del Club Ciclista de San Sebastián asistieron a la etapa del Tour de 1909 en Baiona y cenaron con los organizadores, quienes los animaron a que inscribieran a algún corredor vasco. El diario barcelonés El Mundo Deportivo anunció un premio: “Una medalla de oro para el primer español que figure en la clasificación final del Tour, y una de bronce para el que complete, por lo menos, la mitad del recorrido”.
Así que en 1910 el Cojo pedaleó desde Bilbao hasta París. “¿Por qué no?”, explicó. “Siempre iba en bici, lo mismo a Barcelona que a Valencia. Y a París mucho mejor, porque las carreteras francesas estaban más cuidadas”. Llegó en vísperas del Tour, extenuado, hambriento. Le dieron una bicicleta nueva y el dorsal 155. Cenó lo que pudo, durmió mal, se levantó débil y en la salida vio de cerca a los campeones: Lapize, Faber, Crupelandt... No volvió a verlos. Aunque Blanco no figura en la clasificación, él aseguró que había llegado a la meta de Roubaix. Fuera de control, eso sí. Achacó el fracaso a las averías, a las caídas y a una circunstancia clave: “No pude hacer nada contra aquellas fieras bien alimentadas”.
El hambre era una obsesión para estos ciclistas pioneros. Victorino Otero, un cántabro que participó en 1924, lo recordaba así: “Ni por cien mil pesetas vuelvo al Tour. Los isolés no teníamos avituallamiento y parábamos en las tiendas a comprar comida. A veces, poco antes de los controles, los ases tiraban pollos enteros, porque les iban a dar otros frescos, y nosotros nos lanzábamos a buscarlos por las cunetas”.
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Así que cuando el Cojo regresó derrengado y famélico del Tour, los directivos de la Federación Atlética Vizcaína sabían cómo homenajearlo: con un banquete. El cronista Julián del Valle escribió que abrieron boca con una paella a la vizcaína -Vicente se sirvió “dos platazos con abundantes tropezones”-, siguieron con merluza en salsa verde -“se zampó cuatro tajadas y rebañó la salsa”-, bermejuelas con picante y un chuletón de buey de medio kilo con pimientos. El ciclista royó el hueso del chuletón hasta dejarlo mondo y preguntó si podía comerse otro. Los comensales se rieron: “¡Cuidado, Bixente, que te va a hacer daño!”.
Pero El Cojo atacó la segunda chuleta y no levantó la vista del plato. A los postres, cuando sacaron la fruta, la rechazó: “La fruta, pa los monos”. Satisfecho, se puso a liar un pitillo antes del café. De pronto los camareros aparecieron con unas bandejas de loza rebosantes y a Vicente se le cayó el pitillo. Se palpó el estómago hinchado y gimió: “No hay derecho a esto, hombre... ¡Haber avisao que teníamos arroz con leche!”.
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Un podcast presentado por Pau Mitjans. En este episodio hemos contado con la colaboración de Shimano.
]]>Era un pueblo de ochocientos habitantes, a comienzos de los años 90. No había papelería, no había todo a cien, no había un supermercado grande. Pero había estanco. ¿Querías un par de bolis BIC? Al estanco. ¿Querías balines para la escopetilla de aire comprimido? También al estanco, que estaba unido a un bar de viejos por una puertecilla interior. Así que a ese estanco acudía todo el mundo para una cosa u otra.
En mi caso, no faltaba la visita anual a inicios de mayo para hacerme con un par de cintas VHS vírgenes. Las necesitaba para poder grabar el Giro de Italia que aquellos años emitía Telecinco, entonces escrito Tele 5. Entre semana no podía ver la carrera italiana, puesto que había escuela. Cursaba séptimo u octavo de EGB y eso de la jornada intensiva aún no había llegado a mi vida. Sobre las seis llegaba a casa, me contenía de consultar el teletexto —una debilidad personal añorada— y ya está. Aún no conocíamos el término spoiler, ese vocablo nos esperaba unos años más tarde, supongo que por el hecho de que era muy fácil evitarlo. Así que un rato más tarde me ponía la carrera. Sin saber nada.
Ahora las cosas son distintas. Como es sabido, por un lado hay mayor facilidad para ver, en diferido y a la carta, cualquier contenido, cualquier carrera que te pilla trabajando o en una barbacoa. Tanta facilidad que se acerca a la presión por hacerlo. “¿No viste la carrera de ayer? Pero si está en internet a los diez minutos de haber acabado.” Por otro lado, la información nos es bombardeada desde todos los frentes y dispositivos. No me voy a poner pesado con ello, saben perfectamente de lo que hablo y no me sumaré a la pataleta recurrente, a la exaltación desmemoriada de esos tiempos pasados en los que para algunos la vida era más como debía ser (risas).
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Menciono todo esto como el contexto en el que se despliegan mis tribulaciones, mis aventuras y desventuras para conseguir llegar a las diez y media de la noche para ver la carrera importantísima que no he podido ver en directo. Lo primero que hago es archivar el grupo de whatsapp en el que comento las carreras con los insensatos de mi calaña, esa gente con la que puedo generar cincuenta mensajes en una etapa media de gran vuelta y el doble o el triple en una Paris-Roubaix. Insisto: archivar y no silenciar.
Si simplemente lo silencio, sigue apareciendo en el listado de conversaciones recientes. Entonces, cuando quiero ver el mensaje que me manda mi madre, ahí encima, por silenciadas que estén las notificaciones, te puedes encontrar un ¡TURGIS! que te provoca un vuelco al corazón si resulta que lo llevas en todas las porras. Y a veces, total, para nada.
Lo siguiente es no entrar en twitter bajo ningún concepto. Si uno no posee bastante autocontrol o, como es mi caso, tiene facilidad para darle al icono del pajarito azul como mero acto reflejo, recomiendo desinstalar la aplicación y fuera problemas. Al día siguiente, en tres minutos se vuelve a descargar.
Sigamos: portales especializados o foros de temática ciclista. También prohibidos, por supuesto. ¿Qué más? Prensa deportiva generalista, es decir, futbolera. Pues si no tenemos tendencia a bajar a las catacumbas del scroll, raramente habrá sustos. Eso sí, si ha habido una caída fea y hay imágenes explícitas, es probable que nos la cuelen en la parte alta de la home. Así que mejor no dar tráfico a estas alimañas y directamente no entrar en esas webs.
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Todo ello me dirige a la conclusión de que lo más fácil sería dejarme adrede el teléfono en casa. Pero esta solución no siempre es posible en estos tiempos que corren y aun así sé que sigo lejos de estar totalmente a salvo. Por raro que parezca, en plena calle, cuando menos lo deseas, te puede asaltar el resultado ciclista que deseas no conocer. Por supuesto, es más difícil cuando huyes de un spoiler de una carrera de primera línea, de una etapa importante del Tour, de un monumento o del mundial en línea.
Pero, amigos y amigas, tengo la suerte y la desgracia de tener conocidos que, al encuentro fortuito en una acera de la ciudad, me pueden saludar diciendo “Qué pasada el Circuito Franco-Belga, eh, qué jefazo Campenaerts”. Son muy pocos, de acuerdo. Tal vez tres personas entre las casi dos millones que pululan por ahí. Pero a veces te las encuentras y, siempre, en el peor momento. Así, he llegado a entrar de sopetón en una casa de costuras, para dar esquinazo a un buen amigo que advierto que viene de cara por mi lado de la calle ante el temor que me arruine la etapa friulana del Giro de Italia. O gritarle, a doce metros de distancia y sin mediar saludo previo, “¡NO HE VISTO EL GIRO!”, ante el asombro y pavor de los demás transeúntes.
En la playa, al atardecer, he nadado de más, hacia una boya lejana, bastante por encima de mis posibilidades atléticas, para evitar tener que hablar con el tipo de mi taller de bicis habitual. Es alguien con quien muy a gusto comento carreras cuando acudo voluntariamente a su establecimiento, pero supone un manantial de información no requerida si me he perdido la etapa decisiva de la Vuelta a Suiza.Y qué decir de algunos padres de la escuela de los hijos con los que he hablado tres veces en seis años de escolarización. En una de esas ocasiones, accidentalmente, el ciclismo apareció en la conversación, de modo banal. Esos padrazos saben de mi interés, pero no tienen ni idea de la intensidad de ese interés, no se imaginan la magnitud de mi pedrada.
Pues bien, he ido a fiestas de cumpleaños saliendo directamente de trabajar que, a la pereza inmensa habitual de la socialización boba, había que añadir el terror ante la posibilidad de que hubiera ganado un español y eso hiciera que ese hombre (todo bondad y un equilibrio mental mucho más estable que el propio) arruinara mi plan nocturno de ver ni que sea los últimos 5 quilómetros de la Flecha Valona. Por el amor de dios, que ya sé que no pasará nada relevante antes del muro de Huy, es la última carrera del año para regodearse viendo y analizando situaciones tácticas en retrospectiva. Qué menos que dejarme disfrutar de tres minutos de ciclistas dando chepazos con la intriga de quién ganará.
Así que ya ven, hoy en día, en mi caso, perderme una carrera en directo supone protagonizar una tarde en clave de thriller, una huida constante. El enemigo tiene múltiples caras, la mayoría sonrientes, y posee un arma de destrucción masiva: hablar de más.
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En la conversación, Sami Sauri habla sobre su relación con el ciclismo, que apareció cuando era adolescente en Barcelona, como una necesidad de movilidad y que acabó convirtiéndose en su modo de vida tras engancharse a la sensación de poder descubrir rincones de su ciudad de los que nunca antes se había percatado, detenerse en ellos y disfrutar.
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La atleta y aventurera Sami Sauri en una imagen reciente (Foto: Sergio Villalba)
Del mismo modo, se adentra en su experiencia en el mundo de la competición de piñón fijo Red Hook, ya extinto, y cómo esta le permitió conocer una vertiente distinta del ciclismo y complementaria a su manera de entender las dos ruedas. Una forma de entender el ciclismo que le ha llevado a realizar numerosas aventuras y retos, como cruzar la popular Ruta 66 en Estados Unidos en modo de autosuficiencia. Por último, explica su actual apuesta por reflexionar sobre la importancia de la mujer en el ciclismo, en el deporte, y su papel en la comunicación de las marcas.
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El periodista Juan Clavijo en una de las cabinas de retransmisión de Eurosport (foto: Juan Clavijo)
Además, el periodista Álvaro de Grado nos acerca su última intrahistoria, relacionada con los ciclistas que se retiran este 2022. Y la firma invitada, en esta ocasión, es la del narrador de Eurosport y director del podcast El Maillot, Juan Clavijo, que pone el broche final reflexionando sobre las nuevas formas de comunicación en el ciclismo.
Un podcast presentado por Pau Mitjans. En este episodio hemos contado con la colaboración de la marca de cascos y ropa ciclista POC. Más información en POC SPORTS.
]]>En esta nueva entrega de la serie de Relatos Sonoros viajamos hasta la Patagonia argentina con un relato que escribió el fotógrafo Paolo Martelli en el número 23 de la revista VOLATA, dedicado al bikepacking. Una historia que nos permite adentrarnos en la primera aventura de ciclismo de larga distancia que vivió Martelli. Ahora la recuperamos íntegramente para este capítulo.
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? Parece una pregunta trivial, pero tuve que irme a trece mil kilómetros lejos de casi mi casa para descubrir todas las cosas que todavía no había hecho en mi vida. Y fue hermoso.
En 2019 tomé unos cuarenta aviones, cada uno de los cuales me llevó a un lugar diferente, para ir a hacer fotos, que es mi trabajo. Sinceramente, no recuerdo la mayoría de estos aviones, pero sí que tengo gravado en la memoria uno de ellos, el que cogí a principios de diciembre del año pasado y que me dejó en El Calafate, Argentina, donde empieza la Patagonia.
Nunca había estado en bicicleta más de seis horas consecutivas, nunca había montado una tienda de campaña para dormir, nunca había comido frente al océano, nunca había "viajado" en bicicleta, en autosuficiencia. Nunca había hecho muchas de esas cosas. Sí que había estado en Argentina diecinueve años antes, pero entonces no sabía ni qué era una cámara de fotos.
En este viaje recorrí 1200 km, desde El Calafate hasta Ushuaia, en bicicleta, al ritmo de la naturaleza, a través de la Patagonia, tratando de entender por qué se llama Tierra del Fuego. Me contaron que allí puedes vivir las cuatro estaciones en 24 horas. Me contaron que allá abajo, la naturaleza te cambia por dentro, que nunca vuelves igual.
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Durante la primera tarde de viaje, en la que hicimos 80km en 12 horas, me quemé las piernas y la cara. Allí el sol arde porque, según dicen, estás más cerca del agujero de ozono. Esa misma noche me desperté temblando en mi tienda. Fuera estaba cayendo hielo, no estaba nevando: estaba cayendo hielo. Había una temperatura de 10 grados bajo cero.
Ese primer día visualicé la foto más bella de mi vida: un caballo blanco y un caballo negro, muy juntos, en medio de un campo cubierto de nieve. Pero no tuve el valore de sacar la cámara de mi mochila. Hacía demasiado frío, estaba temblando y no quería mojarme. Tenía que seguir sudando, tenía que sobrevivir. Viajábamos un grupo de 15 personas pero todos estaban solos en su aventura, todos vivían su propio viaje y se enfrentaban a sus miedos.
Te das cuenta de cuántas cosas realmente necesitas para sentirte bien y te das cuenta de que debes dedicar más tiempo a ellas. Entonces es cuando comienzas a aprender. Aprendes que la zona del parque nacional de Torres del Paine es hipnótica, son montañas ancestrales y te sientes obligado a pedirles permiso para pasar. Te enteras de que Perito Moreno es el único glaciar en el mundo que crece todos los días, y que todos los días se rompe haciendo ruidos que parecen disparos de cañón, pero lo digo así que porque los disparos de cañón son el ruido más fuerte que conozco. Y si le dedica más de 5 minutos de atención, te dispara un cañón.
También aprendes que un brioche de tres días ofrecido por un teniente argentino en un bloque policial en la frontera argentino-chilena puede ser lo mejor del mundo; descubres que una tela de 2 mm de grosor puede convertirse en el hogar más acogedor y cómodo en el que hayas dormido. Aprendes a montarlo y desmontarlo en cinco minutos, aprendes a lavarlo y secarlo.
También aprendes que los gauchos de la pampa argentina siempre están listos para ayudarte, su hogar es tu hogar si es necesario. Tienen dos grandes cuchillos en sus cinturones, sirven para matar al Guanaco, que parece un cruce entre un camello y una gacela. Descubres que si te esfuerzas demasiado sudas y que si sudas tu cuerpo se moja y tienes frío, y debes aprendes a escuchar tus sensaciones.
Descubres que Tierra del Fuego se llama así porque Magalhaes, antes de cruzar el estrecho en la distancia, vio muchos fuegos encendidos, muchas luces; aprendes a no tener comida en las tiendas contigo por la noche, porque los pumas están allí merodeando.
Aprendes sobre todo a no sentirte extraño por no saber, aprendes que quizás una de las razones de la vida es nunca dejar de aprender.
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En este undécimo capítulo de VOLATA Radio, que hemos dedicado al mundo del gravel, hablamos con Antonio Ortiz, ex ciclista profesional de Mountain Bike y actual embajador de distintas marcas, para hablar de esta creciente disciplina y todo lo que rodea su reciente historia. El gravel es un fenómeno que poco a poco ha ido ganando protagonismo e importancia entre los amantes del ciclismo, también en España, por su espíritu aventurero.
Una disciplina que permite desconectar de la rutina para reconectar con la naturaleza, el paisaje y una forma más sosegada de disfrutar de la bicicleta. También por la versatilidad que ofrece a la hora de planificar rutas o realizar grandes desplazamientos, pues permite discurrir por caminos de tierra y por carretera. Sin duda, una forma de llegar a rincones difíciles de explorar de otra manera.
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Una identidad que acabó enganchando a Antonio Ortiz. En una conversación relajada cuenta cómo el gravel le atrapó y reflexiona sobre el cambio que está viviendo la disciplina hacia una vertiente más competitiva, pero que sigue manteniendo la esencia de un ambiente distendido, la convivencia y el compartir la experiencia que acompañan al Bikepacking. Además, Ortiz cuenta sus vivencias en la prueba Ranxo, la primera carrera UCI Gravel Series en España. ¿Estará en el primer Campeonato del Mundo de Gravel? Se lo hemos preguntado.
Así mismo, Antonio Ortiz analiza los paralelismos que encuentra entre el gravel y sus inicios en el mountain bike. Aun con los avances técnicos y tecnológicos desde aquellos años noventa, el gravel le traslada a esos recuerdos de velocidad, trazar bien la curva, esquivar zonas que pueden suponer un riesgo… En definitiva, no poder relajarte y mirar siempre más allá.
VOLATA Radio es un podcast presentado por Pau Mitjans con el apoyo de la marca de ropa ciclista NDLSS.
]]>En esta nueva entrega de la serie de Relatos Sonoros queremos hacer nuestro pequeño homenaje a la figura de Sule Kangangi, fallecido el pasado mes de agosto en un trágico accidente en la prueba de gravel Vermont Overland. Una historia escrita por Frank L'opez y publicada en el número 33 de la revista VOLATA. Ahora la recuperamos íntegramente para este capítulo.
La historia de Sule Kangangi es la de un hombre que no podía rendirse. Un día descubrió el ciclismo y ya no dejó de soñar con él. A pesar de los muchos obstáculos que ha tenido que superar, ha conseguido competir en Europa, viajar por todo el mundo y ahora, como el hijo pródigo que vuelve a casa, llevar el ciclismo del máximo nivel a África.
Era un domingo de 2004 cuando Sule Kangangi se dirigía con su Black Mamba a la pequeña ciudad de Eldoret, a unos 300 kilómetros de Nairobi. La icónica Black Mamba sigue siendo la primera opción de bicicleta de reparto en las zonas rurales de Kenia. Aquel día, el joven de dieciséis años se encontró con que las carreteras estaban bloqueadas y llenas de gente vitoreando. "Nunca había visto nada parecido —recuerda—. Estaba aterrorizado". Mientras se abría paso entre el gentío, pudo contemplar como unos ciclistas pasaban a toda velocidad en la que fue la primera carrera que vio. "Iban tan rápido, quizá a 50 o 60 kilómetros por hora en una especie de descenso. No sabía que alguien pudiera ir tan rápido".
Kangangi nos cuenta todo esto mientras tomamos té y comemos samosas. Detrás de él, unos rayos de sol cristalinos atraviesan como por arte de magia las anchas hojas de un jardín de Kilimani, un tranquilo y montañoso barrio de Nairobi. Su aspecto es el de un ciclista con patrocinadores, con ropa deportiva recién estrenada sobre un cuerpo enjuto con los bultos y las cicatrices que suelen aparecer en cualquier deportista de élite. Éstas son especialmente visibles de cerca.
La historia que relata es tan centrada y singular que su narración resulta tan importante como los detalles. Cada parte ocupa su lugar y no hay margen para desvíos o distracciones. Del relato, contado muy intensamente a su propio ritmo, se desprende que hay una lucha interior entre el tipo bonachón que hay en él contra el tipo competitivo que necesita ganar.
Este joven keniano empezó a trabajar a los trece años, cuidando treinta vacas por el equivalente de poco menos de 8 euros al mes. A los catorce, ya iba en bicicleta, transportando hasta 60 litros de leche durante más de 30 kilómetros al día, siete días a la semana. Era todo lo que sabía hacer. Pero cuando vio la ceremonia del podio de aquella carrera ciclista aquel día de 2004 entre la multitud de Eldoret, el curso de su vida cambió para siempre. "Estaba tan impresionado que quería ser como ellos", reconoce. Kangangi se acercó al ganador para interrogarle y pedirle toda la información posible sobre como participar en competiciones: "Me dijo que me quitara el portaequipajes, los guardabarros y me pusiera unos pedales de plástico. Así estaría listo para salir".
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El fin de semana siguiente, se encontró viajando 100 kms en autobús para participar en su primera competición Black Mamba Junior. Llegó la noche anterior a la carrera, pero como no tenía dinero para pagarse una habitación, se sentó en un restaurante a beber té hasta la mañana. "No sé cuántas tazas me bebí esa noche", admite. Nervioso y cansado por no haber podido dormir, observó al resto de competidores, con ganas de empezar la carrera. Se repartieron unos maillots con el logotipo de los preservativos Trust en el pecho. Cuando le entregaron una XL, Kangangi se vio obligado a atarla por delante para que no hiciera un efecto como de paracaídas. "Fue una carrera de 50 kms y no recuerdo nada de ella —relata—. “Pero quedé quinto y todavía guardo ese trofeo. Tenía muchísimas ganas de volver a casa para enseñárselo a mi madre".
Kangangi nunca tuvo la oportunidad de recibir una educación secundaria. Desde joven se esperaba de él que ayudara a mantener a su familia, pero fueron las carreras de competición las que rápidamente cobraron protagonismo. "Necesitaba más tiempo para entrenar y empecé a faltar al trabajo —dice—. No pasó mucho tiempo antes de que me arruinara y tuviera problemas con mi madre". A día de hoy, disfruta recordando cómo le reprendía: "¡Deja esta tontería del ciclismo que nunca te llevará a ninguna parte!".
En ese momento tenía todo el derecho del mundo a dudar de cómo se gastaban sus energías: el premio por ganar una carrera no superaba los 5.000 chelines (42 €). Trabajar todos los días repartiendo su ronda de leche le garantizaba 6.000 al mes. Ganar siempre no era una opción real. Vivía en una habitación individual con su madre, lo que ya de por sí resultaba bastante difícil. Además, estaba pasando por la incómoda etapa que supone convertirse en un hombre joven. Pero entonces, Kangangi tuvo la suerte de encontrar una vía de independencia al mudarse para compartir una habitación con su primo, sin pagar alquiler.
Fue entonces cuando apareció Nicholas Leong. Si no fuera por este fotógrafo publicitario de Singapur, algo visionario y alocado, puede que el ciclismo keniano no estuviese donde está hoy. Obsesionado con el Tour de Francia, estaba en su casa viendo por televisión el maratón de la ciudad de Singapur de 2005 cuando llegó a la conclusión de que los kenianos, tan adeptos a las carreras de larga distancia, deberían ser también grandes ciclistas. En un arrebato, reservó un vuelo para Nairobi esa misma tarde, y se sentó junto a los ganadores del maratón en el avión. Cuando aterrizaron, los siguió hasta su casa en Iten, en las tierras altas del Valle del Rift, para crear su equipo ciclista Kenyan Riders, que sigue existiendo hoy en día.
"Me enteré de la existencia de un hombre asiático que reclutaba jóvenes ciclistas, a solo 30 kms de distancia —recuenda Kangangi—. Organizó pruebas que terminaban con esta subida tan bestia, pero yo siempre estaba a unos 25 minutos de lo que él esperaba de nosotros. Parecía imposible". Con su confianza mermada por primera vez, las cosas empeoraron aún más cuando Kangangi se enteró de que no había entrado en el equipo. Los corredores que sí pasaron el corte recibieron bicicletas nuevas y un estipendio mensual. En breve, Leong incluso les contrataría un entrenador profesional. Las palabras de la madre de Kangangi empezaron a resonar en sus oídos.
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Con el corazón roto, a los dieciocho años dejó la ciudad y se trasladó a Lodwar, en el noroeste del país. "No podía soportar que aquellos ciclista se embolsaran diez mil chelines al mes —asegura—. “Así que me fui para dejar de oír hablar de todo eso". Empezó a trabajar como conductor de boda boda (una mototaxi), pero no pasó mucho tiempo antes de que Leong empezara a preguntarse qué había sido de aquel joven tenaz que lo había dado todo en las pruebas. Localizó a Kangangi y le ofrecieron un puesto en el equipo sólo por su espíritu. El keniata no se lo podía creer. "Todo ello fue gracias a la bondad de su corazón —dice Kangangi—. Así que de repente me encontré en una gran sala con diez literas. Dormíamos y cocinábamos juntos, como en el ejército".
Kangangi no desaprovechó su oportunidad con un vigor renovado, entrenando como nunca antes y devorando los DVD de Lance Armstrong: "Estudié su técnica: cómo descender y abrir las curvas. Incluso cómo pedaleaba. Y de su agresividad: la voluntad de ganar". Con la ayuda del nuevo entrenador profesional francés del equipo, Kangani progresó rápidamente y no tardó en llamar la atención de la Federación de Ciclismo de Kenia, que lo llevó a correr a Eritrea. "El ciclismo me ha llevado a escenarios inimaginables —admite—. Pero el mero hecho de subirme a ese avión significó realmente algo: mi madre se paseó por su pueblo contándoselo a todo el mundo".
Era su primera carrera internacional y le fue bien, ya que terminó séptimo de entre unos 50 corredores en una prueba de siete días. La leyenda eritrea Daniel Teklehaimanot, el primer corredor de un equipo africano en vestir el maillot de lunares en el Tour de Francia, ganó ese día. Kangangi se alegró de estar muy cerca de él. "Gané 40.000 chelines y volví como el hombre más rico del pueblo —comenta con una sonrisa—. A mi madre le compré mantas y una televisión. ¡Ha sido la vez que me he sentido más rico!".
Kangani se animó a entrenar aún más, ya que otros de su equipo se quedaron en el camino y ya no habría vuelta atrás a su antigua vida. A los veintidós años volaba con su equipo a Francia para descubrir Europa y participar en la Haute Route, una de las pruebas ciclistas de varios días más duras del mundo para corredores aficionados. "Fue un choque cultural. El viaje de París a los Alpes en autobús fue tan largo que cuando llegamos nos moríamos de hambre".
Cuenta que al llegar al restaurante del hotel, en un entorno alpino de postal, les hicieron pasar al restaurante. La camarera les trajo una sopa de champiñones y una baguette, y la devoraron con voracidad. "Éramos doce keniatas y ninguno de nosotros sabía lo que era un primer plato —relata riendo—. No parábamos de pedir más sopa, más pan". Cuando llegó el plato principal de pollo y arroz, ellos ya estaban reposando con un palillo en la boca. "Ya no nos quedaba espacio en el estómago; qué vergüenza". Fue una lección a tener en cuenta.
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Pasaron los primeros controles a toda velocidad: la intención era demostrar a todo el mundo de lo que eran capaces. "Íbamos tan rápido que dejamos atrás a muchos corredores, formando nuestro propio grupo —recuerda—. Pero uno a uno, empezamos a quedarnos". No solo quemaron más energía de la que debían, sino que además se habían olvidado de estudiar contra quiénes competían. "Había tipos muy serios, que supieron ser pacientes y mantenernos a la vista". El mejor puesto de los Kenyan Riders ese día fue el octavo y el segundo mejor el decimocuarto, cosa que les hizo sentir que habían fracasado estrepitosamente. "Sabíamos que no teníamos que parecernos a los protagonistas de la película Elegidos para el triunfo [N.del E.: un film que narra la historia del equipo jamaicano de bobsleigh en los Juegos de Invierno de 1988] y aprender de nuestros errores".
Kangangi ha corrido por todo el mundo y ha vivido en Europa, compitiendo para el Team Bike Aid en Blieskastel, Alemania, y en equipos continentales tan lejanos como el australiano Kenyan Riders Downunder. Son logros que no siempre han resultado fáciles. "En Australia y en Francia, me tocó vivir el racismo. En Australia, viene en forma de palabras abusivas, pero en Francia también puedes sufrir esta actitud silenciosa de no pertenencia". A pesar de ello, sus ganas y su impulso dentro del deporte siguen intactas. A sus treinta y tres años, aún cree que no ha llegado a su punto álgido.
Su participación en el equipo Team Amani, con sede en los Países Bajos, ha contribuido a elevar el estatus de su región en el ciclismo, así como su propia reputación personal. Su objetivo es cambiar con audacia la fisonomía del deporte potenciando la inclusión de los corredores africanos. Lo que resonó en Kangangi fue "su deseo de llevar a los europeos a África y no al revés". Pero no solo quiere atraer a los patrocinadores y construir y alimentar una red de clubes ciclistas en toda África, sino que quiere ir más allá. "No solo me perdí carreras por problemas con los visados. También perdí contratos profesionales".
Está decidido a no dejar que el desarrollo de los jóvenes ciclistas se vea obstaculizado como lo estuvo el suyo. Como coordinador principal para África Oriental, ayuda a supervisar dos clubes en Kenia, uno en Uganda y otro en Eritrea. Contribuye en muchos aspectos: ayuda con la burocracia de los visados en el extranjero, acceso al equipamiento y la inestimable formación y estímulo que todo joven deportista necesita en las primeras etapas de su desarrollo.
El Team Amani también espera igualar las condiciones en el terreno. Su Migration Gravel Race es una prueba de cuatro días de duración, de 650 kms, a través de las maravillas del Masai Mara, que se celebrará de nuevo en junio. Por una vez, para los corredores africanos, la obtención de visados no será motivo de preocupación. Esta competición internacional no solo atrae a los mejores corredores y a las empresas de comunicación más importantes, sino que también tienen la suerte de poder elegir con qué patrocinadores corporativos quieren alinearse. "No todos tienen el corazón donde deben —comenta Kangangi—. POC, por ejemplo, ha hecho que su producto sea asequible para los corredores de Kenia. Esto ayuda a que el deporte crezca, a que sea algo más que una moda”.
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"Promovemos las carreras de gravel, que en Estados Unidos se han disparado —afirma—. Para mí no es realista pensar que pueda correr algún día en el Tour de Francia, pero puedo ir a la Unbound, la mayor carrera de gravel del mundo, y codearme con los mejores". Cree que los primeros puestos están ahí para ser conquistados. Es consciente de as limitaciones impuestas a los corredores nacidos en la pobreza en todo el mundo. "Las carreras de carretera son un mundo pequeño para la élite mundial. Muchos ya provienen de entornos con dinero. En Kenia, no tienes posibilidades de entrenar, ni de tener equipo y cuando llegas a demostrar tu valía puedes tener, si tienes suerte, unos veinte años. Los de veintidós años ahora ya ganan el Tour de Francia".
Los jóvenes ciclistas de África Oriental se beneficiarán seguramente de los campamentos de Amani y de sus carreras, pero también de la experiencia vital de Kangangi. Es un hombre que se alimenta de su propia historia, y por muy motivado que esté, brilla con una genuina humildad. "Mi madre siempre me preguntaba: '¿Qué vas a ganar con esto?' Pero siempre me apasionó más poder ganar que el dinero", dice. Es una mentalidad que le ha permitido crear una vida más allá de los sueños o las esperanzas. "Siempre daré lo mejor de mí y aceptaré lo que me den —asegura mientras se levanta para irse—. Solo me siento mal si no lo he dado todo. Eso es todo lo que tenemos. Si lo he hecho, puedo aceptar lo que venga después".
Sule Kangangi es uno de esos hombres que no dan su brazo a torcer. Su interior está construido a base de sol y garra. Su legado no solo está en sus trofeos y medallas coleccionados, también está en la energía que sigue compartiendo con aquellos que levantan polvo mientras se abren paso hacia la línea de meta. En África Oriental, el viaje para muchos no ha hecho más que empezar.
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]]>Una conversación en la que el ex ciclista vasco repasa alguna de sus vivencias en el Tour de Francia y reflexiona sobre el entusiasmo que generaba la marea naranja que acompañaba al Euskaltel-Euskadi. Haimar Zubeldia recupera una imagen del Tour de Francia 2003, que sigue teniendo guardada en la memoria. Durante la ascensión al Tourmalet, el apasionado público vasco apoyaba de manera incansable tanto a él como a Iban Mayo —que había logrado la victoria en el Alpe D’Huez— al quedarse en solitario junto a Lance Armstrong y Jan Ullrich.
Además, en la charla destaca cómo poco a poco se están dando los pasos necesarios para que el equipo pueda alcanzar algún día el máximo nivel y señala la importancia de la creación del Tour de Francia femenino. Considera que tanto las organizaciones como los equipos están aportando su granito de arena para hacer crecer el ciclismo femenino, pero enfatiza en la necesidad de conseguir una mayor igualdad.
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También nos acerca su visión y el aprendizaje de cada uno de los líderes con los que ha compartido equipo. Por un lado, destaca la capacidad de Alberto Contador para estar al 100% y en un nivel muy elevado con poco volumen de entrenamiento. Del estadounidense Lance Armstrong se fijaba en su mentalidad arrolladora y del suizo Fabian Cancellara, con el que compartía habitación en algunas concentraciones, le sorprendía su organización.
En la intrahistoria que nos acerca Álvaro de Grado reflexionamos sobre los premios económicos del Tour, tanto en categoría masculina como femenina. Y la firma invitada, en esta ocasión, es de la periodista y presentadora Eurosport, y también colaboradora de VOLATA, Laura Meseguer.
VOLATA Radio es un podcast presentado por Pau Mitjans con el apoyo de la marca de ropa ciclista NDLSS.
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