Paisajes inéditos por las Terres de Lleida, con Mireia Benito

Completamos una ruta circular de 94 kilómetros por tierras ilerdernes de la mano de una de las ciclistas españolas con más proyección internacional. Largas rectas, paisajes agrícolas, comunidades de aves y alguna sorpresa en forma de carretera sinuosa.

El ciclismo es uno de eso deportes en los que, si se consigue salir de la zona de confort, se pueden descubrir tesoros paisajísticos y terminar viviendo experiencias inéditas. Eso fue lo que le sucedió a la ciclista Mireia Benito, con la que nos sumergimos en la zona oeste de Cataluña, las Terres de Lleida, para el proyecto "Cataluña con mirada ciclista. 10 mujeres. 10 rutas. 10 experiencias".

"No suelo pedalear más allá de Tarragona, y descubrir las comarcas de la Segarra y el Urgell fue una grata sorpresa —comenta la corredora de Llorenç del Penedés—. Me ha parecido una zona muy, muy bonita. Además, es muy tranquila. ¡Apenas nos encontramos con cinco coches! Los paisajes son espectaculares, con mucho colorido, y con un contraste muy interesante con los pueblos que íbamos cruzamos, como, por ejemplo Guimerà, al que me gustaría volver para descubrir más el casco antiguo medieval".

Entre bosques y pájaros

Partimos de Vallbona de les Monges en dirección a Maldà y Belianes para adentrarnos en los paisajes esteparios de los Secanos de Belianes-Preixana, un espacio protegido por su variedad paisajística y ornitológica. Nos esperan largas rectas para rodar y disfrutar de un entorno privilegiado durante casi 20 km. "Esta zona me recuerda a la estepa, bastante llana, y eso te permite rodar rápido, si así te gusta, pero que también te ofrece la posibilidad de disfrutar del paisaje. Son carreteras tranquilas donde, desde la bicicleta, se puede ir mirando de lado a lado. Alcanzas mucho terreno con la mirada y ves muchísimas aves. Tiene que ser interesante ver la evolución del colorido durante todas las estaciones del año", comenta Benito.

La ruta prosigue por Bellpuig para llegar a Anglesola-Vilagrassa por caminos rurales—atención a algunos repechos cortos—, y Tàrrega y enlazar con un tramo de la ruta cicloturista Intercatalunya que llega hasta Cervera (km 44) a través de pequeñas carreteras y algún tramo con grava que cruzan zonas de cultivos. 

A partir de entonces, el terreno se endurece con los 15 km de ascensión hasta Albió a través de la sinuosa L-214 que desemboca en el Balneari de Vallfogona y el pueblo medieval de Guimerà (km 74), donde vale la pena perderse por su casco antiguo. "Cuando llegamos a esta zona, la experiencia visual cambia totalmente cuando nos acercamos al Balneario de Vallfogona. Es una gozada, y pasa por los bosques de las Obagues del Riu Corb. La carretera está muy bien asfaltada y hay un contraste muy bonito entre los colores del paisaje y el asfalto nuevo", resalta la ciclista, que destacó que estar ruta "será muy buena para hacer en pretemporada y para rodar con tranquilidad, con el único objetivo de reconectar con el ciclismo y disfrutar".

Si queremos añadir algo de emoción, podemos recorrer los 5 km de pista de tierra hasta Verdú a través del camino viejo de Tàrrega, u optar, en su defecto, por la infinita recta de la C-14. Tras la visita a Verdú (km 80), volvemos por esa misma C-14 en dirección a Nalec y así afrontar los últimos 5 km en subida hasta Vallbona de les Monges por la escarpada carretera vieja. 

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Aprender encima de la bici

Más allá de la exigencia de este recorrido que se alarga hasta los 94 km y suma 1.018 m de desnivel positivo, Benito destaca la oportunidad de que ofrece de descubrir zonas por las que nunca había rodado y ver elementos singulares del territorio, como los "estima-ocells". "Me encantaron los 'estima-ocells', justo después de pasar por Vallbona de les Monges en dirección a Llorenç de Rocafort. Fue impresionante ver todos esos espantapájaros colocados en los campos de cultivo. Era muy fotogénico —asegura—. También me impresionó la zona del estanque de Ivars y Vila-sana, que no forman parte de la ruta propiamente dicha, pero vale la pena desviarse un poco, antes de llegar a Bellpuig, para descubrirlos. Acabar la ruta al atardecer con el reflejo de los campos en el agua fue un bonito resumen del descubrimiento de esta zona". 

Y concluye: "La bicicleta aglutina muchas emociones para mí. Normalmente, tiene un componente emocional muy positivo pero, a veces, no tanto. El hecho de competir te estimula de manera inigualable, pero también hay momentos muy duros. En general, la bicicleta me ha ayudado a buscar la superación, a ser más resiliente en la vida".

Esta ruta forma parte del proyecto "Cataluña con mirada ciclista. 10 mujeres. 10 rutas. 10 experiencias", desarrollado en colaboración con la Agència Catalana de Turisme. Aquí puedes verlo al completo

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