La chica de amarillo que encabeza el Tour de Francia

Claire Pedrono es la "ardoisière" del Tour de Francia, la mujer que transmite las diferencias de tiempo a los ciclistas en una pizarra. Pero sin contactos en la carrera y sin experiencia encima de la moto, conseguir el trabajo fue un arduo viaje de persistencia y tenacidad

"Perdone, este es mi currículum y, también, una carta de presentación. Llevo cinco años queriendo trabajar en el Tour de Francia, pero para ello hay que conocer a la gente adecuada y yo no la conozco, así que espero usted me ayude". Así de directa fue Claire Pedrono con Christian Prudhomme cuando por fin consiguió entablar una conversación con él en un congreso de ciclismo en 2010, celebrado en Vannes (Bretaña), su localidad natal.

En la vida hay soñadores y luego hay hacedores. Esto no quiere decir que los segundos no sueñen también, sino que añaden algunas capas más a esos sueños y ponen toda la maquinaria en marcha para hacer aquello que se proponen. Sin ninguna duda, Pedrono es una hacedora.

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El director del Tour de Francia sonrió y respondió: "Ve a ver a mi ayudante, Laurent Bezault, pásaselo y dile lo que quieres hacer".

"No, él ya tiene su carta. Ésta quiero dársela a usted", respondió.

Una de las capas que los hacedores añaden a los sueños es la persistencia, esa energía infinita que permite no rendirse. Prudhomme la vio aquel día personificada en Pedrono. Además, el director del Tour —que anhela esta actitud en los empleados potenciales— apreció como un halago la pasión que esta entusiasta bretona tenía hacia la carrera.

Como resultado de su tenacidad, Prudhomme invitó a Pedrono a un cóctel al que asistieron Laurent Bezault y un puñado de ex profesionales como Pascal Lino. "No me podía creer dónde estaba y le explicaba a la gente qué era lo que me hacía estar allí, aún sintiéndome un poco incómoda —explica Pedrono—. Christian me presentó a todos los antiguos profesionales diciéndoles que estaba muy motivada para trabajar en el Tour. Yo les dije: bueno, desgraciadamente está ilusión no es suficiente para conseguir una plaza en el Tour".

Tras aquel momento, pasó cierto tiempo sin recibir noticias ni ninguna otra novedad. Esa situación hacía pensar que incluso los sueños de los más tenaces pueden empezar a marchitarse. Sin embargo..."Para mi sorpresa, un mes después de aquel encuentro recibí una llamada de Laurent Bezault. Me dijo: Hemos pensado en ti para el papel de chica de la pizarra. Queremos hacerte una prueba en el Tour de Picardie".

 Hay un refrán que dice que nunca es tarde si la dicha es buena y, en esta ocasión, encima lo era por partida doble. "Al mismo tiempo, justo antes de hacer la prueba en el Tour de Picardie, recibí otro correo ofreciéndome un trabajo en el Tour de Francia como azafata. Me molestó un poco porque yo quería el trabajo de ardoisière, pero como no sabía si la prueba iba a funcionar, también quería mantener abierta esa segunda opción—explica Pedrono—. Así que llamé a Laurent y le dije: Voy a hacer la entrevista para el trabajo de azafata en el Tour, pero quería asegurarme de que eres consciente de que mi sueño es ser la chica de la pizarra".

El trabajo de ardoisière, que se mueve entre la escapada y el pelotón, los perseguidores y los rezagados, consiste en transmitir las diferencias de tiempo en una pizarra a los corredores de la carrera. ¿Había ido alguna vez de copiloto en una moto? "No, nunca. Nunca me había subido a una, así que antes del Tour de Picardie fui a Rennes a hacer una prueba por mi cuenta, sólo para ver qué se sentía. Laurent me dijo en ese momento que si la prueba salía bien sería la primera mujer en hacer este papel, así que no debía comentárselo a nadie".

"Me tomé al pie de la letra aquellas palabras y cuando fui a hacer la prueba en la moto mentí. En aquel momento dije que era una ex ciclista y que sólo quería entender lo que se sentía encima de una moto, sin entrar en los detalles del trabajo", se ríe Pedrono al recordar lo absurdo del asunto. Reconoce que durante su primera vez en Rennes, montada en la moto, extendía discretamente los brazos como si presentara una pizarra para ver si podía mantener el equilibrio.

Cuando se acercaba la fecha el Tour de Picardie, Pedrono buscó orientación y la encontró en un antiguo pizarrero, Joseph Lappartient, padre de David Lappartient. Él fue quien le guió durante la primera parte de su carrera. En la semana previa a su debut en Picardie, un accidente dejó a Pedrono preocupada: "Me había golpeado el brazo con el coche y los nervios de todo el brazo se me bloquearon, dejándome bastante dolorida. Después de tres días de Picardie estaba absolutamente agotada, por la lesión y por el estrés de intentar hacerlo muy bien, ya que era una prueba para el Tour de Francia. Sentí mucha presión".

"Pero en la antesala del último día de Picardie, Laurent Bezault me dijo: estarás con nosotros en julio —recuerda—. Me alegré, pero lo que realmente pensaba era: Vaya, estoy agotada después de tres días en Picardie, ¡cómo será después de tres semanas en el Tour de Francia!".

 

Pedrono lleva ahora ocho años cumpliendo ese sueño de trabajar en el Tour. ¿Qué ha sido lo mejor de vivir dentro del pelotón?

"Disfruto cuando la escapada empieza a tomar forma porque es cuando empieza mi trabajo. Es muy enriquecedor escuchar a los corredores de la fuga o del pelotón establecer estrategias. Es inevitable oírles hablar entre ellos sobre sus tácticas y es emocionante ver cómo se llevan a término", afirma.

Y prosigue: "Ser parte esencial de uno de los grandes eventos deportivos del mundo es muy bonito, pero agotador al mismo tiempo. Cualquier persona que trabaje en el Tour de Francia podría describir la carrera siempre con la palabra fatiga en la boca. Tu vida se transforma durante tres semanas en la de un nómada que va viajando de ciudad en ciudad. A eso hay que añadir la tarea de mantener un alto nivel de concentración, intentar alimentarse bien y hacer descansos cuando la carrera lo permite".

"Sé que una edición ha sido emocionante, con tensión y, en definitiva, espectacular en función de si he podido alimentarme en carrera. Si llego a los Campos Elíseos y no he conseguido comer mucho, entonces sé que ha sido un Tour emocionante —asegura—. El de 2013, por ejemplo, fue uno de los mejores, era la edición 100, la geografía, la multitud, fue increíble. Apenas comí en ese Tour". 

En 2020 se añadió un hecho cargado de sentimiento a la vida de Pedrono que dificultó sus tres semanas de navegación por Francia: dejar a su hijo de ocho meses en casa. Por suerte, la ubicación de la primera semana del Tour le permitió pasar bastantes noches con su familia. Pero a medida que avanzaba el Tour, la separación empezó a pasarle factura. "Cuando iba en la moto y veía niños al lado de la carretera, pensaba constantemente en él".

Compaginar el trabajo en el Tour con la vida familiar puede ser duro, y Pedrono agradece tener un marido que entiende su pasión. Utiliza la mayor parte de las vacaciones anuales de su trabajo diario en un banco para trabajar en el Tour cada verano. La edición de 2019 fue especial para ella, ya que no pudo acudir a la ronda gala por estar embarazada. Sin embargo, en lo único en lo que pensaba era en estar pedaleando junto al pelotón, que después de ocho años de trabajo es prácticamente otra familia para ella, una familia que Pedrono quiere compartir con su hijo pequeño.

"Estando embarazada le hablaba y le decía que un día le llevaría a descubrir el Tour de Francia. Eso le permitiría desarrollar una pasión por algo que ningún otro niño podrá experimentar —dice—. Me emociona pensar que algún día conocerá el mundo del que su madre soñaba con formar parte".

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